¿LA REVOLUCIÓN DEL VELO?

“El gobierno no necesita los impuestos de los ciudadanos”.

Lucy Bravo
Columnas
LUCY BRAVO

Dicen que es imposible predecir cuál será la llamarada que encienda una revolución. Lo que sí es evidente es que hay realidades tan insostenibles, que llamarlas un polvorín resulta una obviedad. Tal es el caso de Irán, un país gobernado por la opresión de la ley sharia, o ley religiosa, instaurada tras la revolución islámica del ayatolá Jomeini en 1979. Sin embargo, una injusticia finalmente bastó para que los iraníes superaran sus miedos y salieran a las calles. Y todo liderado por las mujeres.

¿El detonante? La muerte de una mujer de 22 años, Mahsa Amini, bajo custodia de la llamada policía de la moral que se ocupa de imponer obediencia a los mandatos religiosos, especialmente el uso del hiyab o velo islámico.

Las circunstancias de su muerte aún no se esclarecen, pero este hecho desencadenó las mayores protestas en todo el país desde los disturbios de 2019 por los precios del combustible.

Por lo menos 70 manifestantes han muerto, según la televisión estatal, y cientos de personas han sido arrestadas, entre ellas activistas políticos y periodistas. De hecho, Niloufar Hamedi, la reportera de Teherán que destapó el caso de Amini, fue detenida y colocada en confinamiento solitario.

A pesar de la fuerte represión las calles se siguen llenando todos los días. Pero para entender la magnitud de estos hechos es importante recordar que desde su llegada al poder en 1979 este régimen teocrático convirtió al uso del hiyab en una de sus principales banderas. De hecho, en un inicio el castigo por no portarlo era de 74 latigazos. Hoy se limitan a multas, detenciones o hasta sentencias penitenciarias.

Solo ellas

A su vez, la aplicación de las reglas sobre el hiyab se intensificó desde el año pasado, con la elección de Ebrahim Raisi como presidente. El mandatario esperaba que la vigilancia más estricta del hiyab pudiera retrasar la modernización de Irán, una sociedad cada vez más secular. Por ello era muy común ver cientos de detenciones de mujeres por este tipo de “infracciones” diariamente.

No está claro qué sucederá ahora, aunque no se espera que la república islámica revoque la ley sobre el hiyab. Recordemos que Irán carece de un pasado democrático y su economía depende del petróleo en más de 90%. Eso significa que el gobierno no necesita los impuestos de los ciudadanos y, en consecuencia, no les obedece ni les escucha. Además, la Constitución coloca más de 70% del poder en manos del líder supremo, que no es elegido de forma democrática, ni está bajo el control de los ciudadanos.

El ayatolá Ali Jamenei no se ha pronunciado sobre las recientes protestas, pero hace dos meses defendió la obligación de llevar el hiyab. El hecho de que las mujeres iraníes ocupen la mitad de las plazas universitarias, dijo, deja claro que el hiyab islámico no es un obstáculo para el progreso de las mujeres.

Y contra eso, solo ellas, junto con el resto de la sociedad, podrán luchar. Hasta que el cambio deje de ser silencioso.