LAS GRIETAS DE LA VACUNACIÓN

“Estamos literalmente en una carrera contra el tiempo”.

Lucy Bravo
Columnas
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A primera vista el avance en la vacunación contra el Covid-19 a nivel mundial parece ser una maravilla. Sobre todo si tomamos en cuenta dónde estábamos parados hace apenas un año. Con más de dos mil 800 de dosis aplicadas, 22.2% de la población ha recibido al menos una dosis. Sin embargo, con tan solo observar un poco más de cerca las grietas de la desigualdad comienzan a aparecer. Por ejemplo, solo 790 millones de personas han recibido el esquema completo, es decir, dos dosis. Esto equivale a 10% de la población mundial.

Debemos sumarle a esto que tan solo dos países concentran más de la mitad de todas las dosis administradas: Estados Unidos y China.

Y para terminar de poner las cosas en perspectiva, solo 0.9% de la población de los países más pobres ha recibido al menos una dosis.

A este ritmo será hasta 2024 que la mayoría de las naciones realmente tenga los suministros suficientes para vacunar a sus poblaciones.

Hace unas semanas los líderes de los países del G-7 anunciaron con bombo y platillo la donación de mil millones de vacunas adicionales a las naciones más pobres. Los mandatarios sonrieron y posaron para la foto en un encuentro que dejó a muchos preguntándose si realmente fue suficiente lo anunciado por este famoso Grupo de los Siete para hacer frente a las múltiples crisis que enfrenta la humanidad.

Por su lado la administración Biden, dedicada a limpiar el desastre que dejó su predecesor en el escenario internacional, dijo que proporcionaría la mayor cantidad de dosis con 500 millones.

Esto mientras China también hace lo propio para entrar al tablero de juego de lo que podríamos llamar la nueva “diplomacia de las vacunas” con la donación de 250 millones de dosis a diversos países.

Debilidades

Pero más allá de los intereses geopolíticos del poder blando que este tipo de acciones podría otorgar a los dos grandes antagonistas lo que verdaderamente llama la atención es el fracaso que resulta el mecanismo de Acceso Global a las Vacunas (COVAX), el cual prometía ser una respuesta para los países de menores ingresos.

De los 80 países pobres que se apuntaron para recibir vacunas a través del programa alrededor de 40 están sin vacunas o a punto de quedarse sin dosis. Luego de un primer envío a principios de año el ritmo de distribución se desaceleró casi por completo y muchas de estas naciones no están seguras de cuándo recibirán donaciones de los países más desarrollados.

Precisamente el G-7 eligió a COVAX para la distribución de las vacunas donadas, pero su actual modelo de financiamiento —en el que 92% de los recursos viene de los gobiernos y no del sector privado o filantrópico— nos lleva a preguntarnos si realmente será el mecanismo más efectivo para hacerlo. Sobre todo para detener la rápida propagación de variantes cada vez más nuevas y contagiosas del virus SARS-Cov-2.

Estamos literalmente en una carrera contra el tiempo y la lentitud de estos organismos multilaterales pone en evidencia sus debilidades más profundas. De ahí que la población en general pierda el interés en estas grandes cumbres que parecen no cambiar en nada el statu quo. Sin embargo, lamento decirle a todos esos antimultilateralistas que estos mecanismos siguen siendo nuestra mejor y única opción. De lo contrario el panorama luciría mucho peor.

Lexema En la última edición del Foro Económico Mundial su fundador y presidente ejecutivo, Klaus Schwab, aseguró que “la pandemia representa una rara pero estrecha ventana de oportunidad para reflexionar, reimaginar y reiniciar nuestro mundo”. Al parecer a muchos de los ahí presentes, entre ellos estas grandes potencias, no les llegó el memo.