LAS VERDADERAS ESTRELLAS DE TOKIO

“A menudo los deportes son un microcosmos de la sociedad en general”.

Lucy Bravo
Columnas
BRAVO-Simone-Biles,-de-Estados-Unidos,-realiza-su-rutina-de-piso-durante-las-calificaciones-de-gimnasia-artIstica-femenina-en-los-Juegos-Olmpicos-de-Verano--AP21206240755958.jpg

Tokio 2020 sin duda se recordará como la sede de los Juegos Olímpicos de la pandemia. Por siempre quedará el registro del retraso de un año, la incertidumbre por los regímenes de entrenamiento interrumpidos y las desoladoras gradas vacías que marcaron el encuentro que, a su vez, nos regaló la esperanza de un mundo después del Covid-19.

Sin embargo, también se recordará por los titulares que se llevaron las mujeres. En un giro inesperado las mejores atletas de todo el planeta dieron cátedra de autonomía y de paso abrieron la puerta a una nueva era en el deporte.

Cuando la gimnasta Simone Biles y la tenista Naomi Osaka tomaron medidas para proteger su estado mental en los Juegos Olímpicos y el Abierto de Francia, respectivamente, algo parece haberse roto en la perfectamente aceitada maquinaria del deporte profesional. Algunos las ridiculizaron por ser “demasiado débiles”, a pesar de ser dos de las mejores del mundo. Otros las aplaudieron por utilizar su voz para poner sobre la mesa un tema que hasta ahora sigue siendo tabú: la salud mental en una de las profesiones más demandantes del planeta.

Se esperaba que Biles fuera la protagonista de la historia de los Juegos Olímpicos de Tokio. En cambio se convirtió en la historia de los olímpicos en que no compitió. En lo deportivo la estadunidense no tenía absolutamente nada qué demostrar al haber ganado todas las competencias generales en las que participó desde 2013 (sin mencionar sus cinco medallas olímpicas previas a estos juegos). La única competencia de Biles en Tokio era Biles.

Y todo siendo una de las más de 150 mujeres y niñas que fueron abusadas sexualmente por Larry Nassar, quien trabajó como médico del equipo de gimnasia de Estados Unidos y en 2018 fue sentenciado a 175 años de prisión.

A Biles tanto el deporte como su equipo le fallaron y no le debe nada a nadie. Sin embargo, ella misma admitió hace unos meses que eligió participar en estos Juegos Olímpicos para responsabilizar a las autoridades en su deporte por no proteger a las niñas y a las mujeres.

Reflejo

Pero Biles no es la única en alzar la voz y enfrentarse a un abismo. Cuando un equipo de voleibol de playa femenino de Noruega optó por pantalones cortos que cubrieran los muslos en lugar de calzoncillos de bikini en los recientes nacionales europeos, tuvieron que pagar cuantiosas multas. O cómo olvidar las diversas críticas que recibió el equipo de futbol femenil de EU por exigir igualdad salarial.

La profunda resistencia que parece surgir cada vez que las atletas se defienden a sí mismas sugiere que incluso a medida que los deportes femeninos evolucionan las atletas aún enfrentan un rechazo continuo a la autonomía femenina. Y si tomamos en cuenta que a menudo los deportes son un microcosmos de la sociedad en general podríamos decir que las detracciones a estos movimientos son a menudo un reflejo de las reacciones violentas que reciben tantas mujeres que exigen mayor equidad o autonomía en todos los aspectos de la vida pública.

El propio Comité Olímpico Internacional reconoció que hay un problema inherente en la industria del deporte y aseguró en un comunicado tras la apertura de la justa deportiva que “las dos semanas de cobertura olímpica son un momento poco común en que el deporte femenino y las atletas femeninas pueden llegar a los titulares tanto como sus homólogos masculinos”.

Lexema En la antigua Grecia, cuna de los Juegos Olímpicos, a las mujeres se les prohibía competir. Hoy, 125 años después del arranque de las Olimpiadas de la era moderna, los juegos por primera vez se acercan a una verdadera paridad de género en la participación. Sí, leyeron bien: 125 años después. Pero si algo nos han demostrado estas atletas es que no esperarán otros 100 años para cambiar al deporte.