RUSIA NUNCA PIERDE

“Cualquier acción ofensiva y de ocupación puede comenzar incluso dentro del Estado”.

Lucy Bravo
Columnas
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Twitter: @BravoLucy

Después de semanas de una implacable escalada militar por parte de las fuerzas rusas alrededor de Ucrania, una escena perfectamente coreografiada por el Kremlin llama la atención de Occidente. La pregunta es si solo se trata de la calma antes de la tormenta.

Rusia anunció la semana pasada que algunas unidades que habían participado en maniobras militares comenzarían a regresar a sus bases, dando esperanzas de una desescalada del conflicto. Sin embargo, el Ministerio de Defensa ruso no indicó dónde estaban desplegadas las tropas que iban a retirarse ni cuántos soldados se marcharían. Como era de esperarse, ningún gobierno occidental ha hecho un anuncio oficial que indique que confían en esta “rama de olivo” de Vladimir Putin.

Y mientras el mundo entero permanece en vilo, más de 130 mil soldados rusos permanecen concentrados cerca de las fronteras de Ucrania. Pero por si la amenaza latente de una invasión armada no fuera suficiente, también existe la posibilidad de un conflicto totalmente distinto: una guerra híbrida.

Bajo este tipo de guerra Rusia podría concentrar otros esfuerzos en la provocación de disturbios civiles, ataques cibernéticos y desinformación masiva, todo con la esperanza de derrocar el gobierno de Ucrania. De hecho, tanto el Ministerio de Defensa como dos importantes bancos estatales ucranianos fueron víctimas de un ciberataque durante las primeras 24 horas de la “retirada” de un contingente de unidades rusas.

Para muchos la estrategia del presidente ruso es sembrar tanta confusión, división y caos, que los ucranianos harán el trabajo por él. Enfocarse en los movimientos de tropas rusas cerca de la frontera es no entender a Putin para nada: cada vez es más evidente que la verdadera contienda es sicológica y el espacio de batalla es la mente. Para muestra, lo ocurrido en las últimas contiendas electorales en Estados Unidos donde Putin terminó de afinar su maquinaria de desinformación a través de las redes sociales.

Escenario

En las elecciones presidenciales de 2019, el 73 por ciento de los votantes ucranianos apoyó a Volodymyr Zelensky, un comediante sin experiencia política, en un acto de rechazo total al dinosaurio de la política oligárquica de aquel país, Petro Poroshenko, quien se postuló con una plataforma nacionalista muy agresiva. A pesar de sus promesas de campaña de unificar a la nación y traer un cambio radical al país, para muchos Zelensky se ha desviado de este camino y no cuenta con la experiencia suficiente para hacerle frente a un adversario como Putin.

Durante las últimas dos semanas el mandatario ucraniano ha llamado a sus ciudadanos a la calma y tranquilidad, asegurando que su gobierno tiene la situación bajo control. Anunció un día de unidad nacional el 16 de febrero e instó a los parlamentarios y oligarcas que abandonaron el país a regresar y mostrar su apoyo a la nación ucraniana. Pero ante las narrativas belicistas y el pánico que dañan a la economía Zelensky es extremadamente cauteloso. Subestimar el impacto de una estrategia sostenida de desinformación y propaganda en una nación asediada podría ser un gravísimo error.

En días recientes miembros de la Guardia Nacional, la policía y la Patrulla Fronteriza de Ucrania realizaron simulacros sobre cómo sofocar una rebelión respaldada por Rusia en una pequeña ciudad cerca de Crimea. Zelensky asistió al entrenamiento portando un gran abrigo de invierno verde militar. Con una mirada firme se dirigió a las cámaras y aseguró que está consciente de que “cualquier acción ofensiva y de ocupación puede comenzar incluso dentro del Estado. Entendemos que las sorpresas pueden venir de cualquier lado”. Es decir, ni siquiera en una puesta en escena el escenario luce alentador.

Lexema “Rusia nunca perdió la Guerra Fría... porque nunca terminó”, es una frase que se le atribuye a Vladimir Putin. Y hoy más que nunca quizá tenga razón.