TERAPIA INTENSIVA EN VIENA

“Biden aún lidia con las consecuencias de la caótica retirada de Afganistán”.

Lucy Bravo
Columnas
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Mientras el mundo sigue preocupado por la pandemia de Covid-19 e intenta reactivar la economía en plena crisis de las cadenas de suministro, agentes de inteligencia luchan por retrasar el día en que el gobierno de Irán pueda construir una bomba nuclear. Y es que el reloj geopolítico mundial no dejó de correr por la aparición de un nuevo virus, sino por el contrario: muchos aprovecharon la distracción para colocar sus alfiles en el tablero.

En los últimos 20 meses no solo murió en misteriosas circunstancias el principal científico nuclear de Irán, sino que cuatro instalaciones nucleares y de misiles de aquel país volaron por los cielos por causas no determinadas (guiño, guiño). Pero esto no ha detenido las ambiciones iraníes y, a decir de varias agencias internacionales, su producción de uranio está más viva que nunca.

De hecho, los inspectores de la agencia nuclear de la ONU se fueron con las manos vacías de Teherán hace unos días luego de otro intento fallido de ingresar a las instalaciones y revisar las reservas crecientes de uranio, elemento fundamental para la creación de este tipo de armas. Y todo esto mientras esta semana se reanudan en Viena, Austria, las negociaciones para reactivar el Acuerdo Nuclear de 2015 entre Estados Unidos y las potencias mundiales (JCPOA, por sus siglas en inglés), mismo que quedó herido de muerte tras la salida del gobierno que lideraba entonces Donald Trump.

Para muchos la llegada de Joe Biden suponía una vuelta a la hoja, pero en los hechos ha sido todo menos eso. A pesar de que el demócrata calificó la política de su predecesor contra Irán como un fracaso, la administración Biden continúa con las sanciones de la era Trump al tiempo que impone otras nuevas. Y las últimas seis rondas de conversaciones en Viena entre abril y junio no lograron forjar un camino de regreso al acuerdo.

Escépticos

De hecho, los esfuerzos los dinamitó por completo la llegada del presidente conservador Ebrahim Raisi, quien se opone al acuerdo mientras EU no levante las sanciones contra su país. Es por ello que los negociadores iraníes se reunirán con sus homólogos europeos, chinos y rusos, pero nunca estarán en la misma habitación con los estadunidenses. Si las conversaciones fracasan, lo que muy probablemente sucederá, tanto Biden como el secretario de Estado, Antony Blinken, han dicho que “tenemos otras herramientas”. Así que, como diría el clásico, business as usual.

Biden aún lidia con las consecuencias de la caótica retirada de Afganistán que incluso desató llamados a su renuncia. Y aunque el JCPOA todavía goza del apoyo del público estadunidense según las encuestas de opinión, algunos de los principales demócratas del Congreso ya se muestran escépticos y los republicanos se oponen casi unánimemente a él.

El acuerdo puede restablecerse mediante una acción ejecutiva, pero requiere capital político de un presidente cuyos niveles de aprobación van en caída libre, cuyo partido tiene escasa mayoría en el Senado y en la Cámara de Representantes, y con elecciones intermedias en puerta.

Lexema Es probable que el programa nuclear de Irán esté simplemente demasiado avanzado para volver al acuerdo de 2015. Mientras tanto los propios iraníes declaran haber producido uranio enriquecido a 60% de pureza, es decir, a 30 puntos porcentuales de lo requerido para fabricar una bomba. Esto dejó de ser una negociación hace mucho tiempo y se ha convertido en una cuenta regresiva. Bien lo dijo recientemente Robert Malley, enviado del Departamento de Estado a Irán: “No se puede revivir un cadáver”.