A la memoria de Rafael Ferragut (1960-2016)

Perteneció a una destacada generación que ha dado muy buenos frutos

Masha Zepeda
Columnas
Rafael Ferragut
Foto: Pilar Ferragut

Un verdadero trabajador de la cultura, comprometido, profesional, enamorado de su trabajo y un hombre encantador era Rafael Ferragut, quien tristemente para todos sus amigos —que eran muchísimos—, su hermana, compañeros de trabajo y tantos creadores a los que ayudó incondicionalmente falleció de un infarto.

Así, de manera totalmente sorpresiva y muy tempranamente, recordando su sonrisa y gran sentido del humor, nos dejó a muchos llorando su inesperada partida.

Rafael Ferragut, de familia catalana, llevaba sus orígenes en el corazón con la misma intensidad que su orgullo de ser mexicano: hacía el mejor gazpacho y disfrutaba un buen mole con mezcal, adoraba a sus gatos María y Luca y disfrutaba enormemente la conversa.

Como gestor cultural será recordado siempre con un buen sabor de boca gracias a su discreción y habilidad para sacar los proyectos adelante, sin trabas burocráticas ni pérdida de tiempo, que es lo que se agradece de un funcionario público.

Rafael Ferragut perteneció a una destacada generación que ha dado muy buenos frutos: el músico y diseñador gráfico Vicente Rojo Cama; los pintores Boris Viskin, Mauricio Sandoval, Ana Checci y Arturo Holzer (+); el editor independiente Roberto Sepúlveda Amor, así como la escritora Ana García Bergua por solo mencionar algunos de tan productivo año de nacimiento.

Después de estudiar en el Colegio Madrid se graduó en la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Trabajó en el Instituto Mora, en la Dirección General de Publicaciones del entonces Conaculta, así como en el Fonca de la misma institución.

Con el paso del tiempo se especializó en Relaciones Exteriores Culturales, por lo que en los últimos años era subdirector de Promoción Cultural Internacional de la Secretaría de Cultura, desde donde apoyó a creadores de todas las ramas y generaciones

Elegido

Siempre la constante hacia su desempeño de parte de la comunidad cultural era lo amable, lo eficiente y lo sencillo que era, como bien señala una de sus amigas más cercanas, Ana Bustillo: “Cada una de las relaciones que establecía con escritores, poetas, músicos, bailarines y actores se convertía en una cálida y comprometida relación de apoyo e interés para que su proyecto llegara a buen puerto. En eso creía profundamente”.

También fue socio y directivo de Tinta Azul, Confluencias Culturales SC, desde donde fue un hábil promotor y desarrollador de proyectos colectivos.

Su pasión por la danza, la música, las artes visuales y la literatura eran prioridades en su vida, así como el viajar, siempre en buena compañía de amigos.

Rafael Ferragut es recordado por sus compañeros de trabajo como puntual, constante, siempre buscando cómo apoyar más proyectos de calidad. De todos era sabido que a las 14:30 horas en punto salía a comer y regresaba con eterna precisión dos horas después, feliz de haber disfrutado caminar por el Paseo de la Reforma.

Era muy buen amigo, muy querido por cada uno de ellos también. Todos destacan su agudo y certero sentido del humor: Rafa era uno de los conversadores más divertidos e hilarantes que tuve la dicha de conocer. Agradezco mucho a la vida haber tenido la fortuna de contar con su amistad, sus carcajadas y su cariño solidario, que siempre llegaba cuando uno más lo necesitaba. Recordaré y extrañaré nuestras largas sesiones epistolares, así como el compartir el mismo gusto por Pinky Martini, K. D. Lang y Leonard Cohen.

Rafael Ferragut se fue como los elegidos: mientras dormía y muy tranquilo. Fue hasta el final un hombre pleno y feliz, que seguirá viviendo en los corazones de mucha y muy diversa gente. Y su huella como trabajador de la cultura siempre será un ejemplo a seguir.