INSTRUCCIONES PARA LA INFELICIDAD

“Es más sencillo vivir sin conciencia”.

Mónica Soto Icaza
Columnas
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Si quieres ser infeliz, compárate. Lastima a las personas que te aman, para que cuando se harten y te dejen puedas arrepentirte a gusto. “¿Qué mérito puede haber en cogerse a Zsa Zsa Gabor o a Kim Novak si les regala primero un Cadillac, una pulsera de diamantes y un abrigo de visón? ¡Así cualquiera es seductor!” Mario Vargas Llosa en Tiempos recios.

Miente, embauca, defrauda y vive con delirio de persecución: nada mejor para la infelicidad que irte a dormir sin paz. “... la fanfarronería es nuestra enemiga, causa expectativas falsas, suscita diálogos estériles, debilita propuestas y, al final, se revierte contra el más noble de sus propósitos: crear confianza”. Guillermo Arriaga en Extrañas.

Vive pendiente de las vidas ajenas, frústrate por sus logros, por sus amores, por su buena fortuna, siempre es más fácil tirarle mierda a quien construye, que limpiar la propia senda. Vive pendiente de las vidas ajenas, en vez de utilizar tiempo para crear la tuya. “Reflexionando, pensó que era mejor hacer historia que estudiarla”, Irvine Welsh en Trainspotting.

No escuches a quien te amaba y en el amor externó los límites de su tolerancia. Así será más fácil para ella despedirse, aunque Alain de Botton en El placer del amor ya haya escrito que “el amor puede nacer a primera vista, pero no muere con la celeridad correspondiente”.

Véngate de quien te dejó en vez de respetar su decisión, a fin de cuentas a ti no te deja nadie. Ya sabes, lo más importante de la vida es el orgullo, aunque sea estúpido. “Para el hombre falso, el universo entero es falso, impalpable, y todo lo que palpa se convierte en nada”, Nathaniel Hawthorne en La letra escarlata.

Quéjate de todo, lo más que puedas; cuando percibas algo agradable busca de inmediato el detalle imperfecto. A fin de cuentas la perfección solo te pertenece a ti. “La división más sencilla que se puede hacer del género humano es entre personas que toman las cosas en serio y personas que las toman a la ligera”, Henry James en Las bostonianas.

Advertencia

Si quieres ser infeliz culpa a los demás de tus errores, limpia tu conciencia con errores ajenos, con pretextos y justificaciones. ¿Qué necesidad de reconocer cuando te equivocas? Mejor eliminar esas incomodidades. Es más sencillo vivir sin conciencia. “…echó fuera esa imperiosa necesidad de culpar a los otros, que es patrimonio específico de los corazones inferiores”. Horacio Quiroga en Cuentos de amor, de locura y de muerte.

Critica a quienes no cumplieron tus expectativas, a quienes viven una vida distinta a la que tú imaginaste para ellos. ¿Quién se cree la gente como para evolucionar, aprender, modificar lo que no le gusta, si “quien nace para maceta, no pasa del corredor”? “Cuando se conocieron, en Parcay-les Pins, tenían la misma estatura; pero, mientras que él solo había crecido veinte o treinta centímetros, ella hacía por lo menos sesenta más; medía un metro setenta y siete, y él no llegaba al metro cincuenta y cinco; ella parecía un girasol en el corazón del verano; él era seco y arrugado como un limón perdido en el armario de la cocina”. Georges Perec en La vida instrucciones de uso.

Persigue, vigila, acosa, harta a quienes deberían ser dignos de confianza, no importa qué tanto te hayan demostrado integridad y cariño. “En nuestros esfuerzos para protegernos a nosotros mismos de la traición íntima, demandamos acceso, control y transparencia. Y, sin saber, corremos el riesgo de erradicar el preciso espacio entre nosotros que mantiene al deseo vivo. El fuego necesita de oxígeno”. Esther Perel en El dilema de la pareja.

Insiste en que no hay que leer porque no hay sabiduría en las páginas de los libros. Conste: bajo advertencia no hay engaño.