ILIMITADA

“Yo sobre el sexo he configurado el éxito”.

Mónica Soto Icaza
Columnas
SOTO-1111.jpg

Fuera de mi hogar escuché constantemente que no se puede ser muchas cosas a la vez; para ser “creíble como mujer” debes asumir solo uno de los roles o paradigmas aceptados. Siempre me pareció ridículo constreñirme a un estereotipo, por fuera y por dentro. Fui y he sido muchas mujeres a la vez.

Lydia Cacho (Cartas de amor y rebeldía)

A veces siento que no me quepo dentro, que mis neuronas estallan, que mi corazón se expande y toma una forma insólita entre los recovecos de mi cuerpo, que mis tristezas y mis alegrías crecieron tanto que se desbordan por los sitios de mi anatomía por donde deberían entrar las visiones, los sonidos, los sabores, las texturas, los aromas, las intuiciones.

A veces siento que nos mintieron, que no atestiguamos la vida desde los sentidos, sino son los sentidos los que interpretan la vida con deducciones torpes de cerebros con delirios de grandeza. Porque el cerebro nos engaña y resulta que los recuerdos en realidad no son como sucedió el pasado, y resulta que las convicciones son árboles crecidos, sembrados como si fueran semillas. Porque el cerebro algún día encontró una respuesta afín a su lógica y se conformó con ella para explicarlo todo, sin pensar que quizás elegía la idea equivocada, esa que parece tan prudente que borra el argumento contrario con razonamientos que dan más ternura, que sensatez. Y ya de certidumbre ni hablamos.

A veces siento que no quepo en el mundo, que a los ojos del mundo el camino es seleccionar un disfraz para el transcurrir de los días y luego hacerte de trajes similares para encajar con comodidad entre los límites de sus prejuicios. Tonta o inteligente. Deshonesta o íntegra. Puta o santa. Seria o simpática. Introvertida o extrovertida. Soltera o casada. Infiel o infiel. Monógama o poliamorosa. Fraudulenta o exitosa. Como si las personas no fuéramos seres profundos, desconocidos hasta para nosotros mismos, como si existiera una ceguera hacia los matices en espectros de colores. Por eso cuando digo que soy una introvertida muy sociable la gente se extraña y prefiere creer que es mentira.

Destellos

Si escribo literatura erótica, no puedo ser una buena madre. Si utilizo mi cuerpo como recurso disponible para contar mis historias, no puedo luchar por los derechos de las mujeres. Si me gusta el sexo y soy libre de compartirlo a mi voluntad, no puedo ser honesta. Y luego por eso hay tanto banquero guapo, de cuellos de camisa impecables y conciencia pestilente. Por eso hay tanta señora con crucifijos en el cuello y veneno en los vocablos. Por eso hay tanto pederasta con sotana. Por ese pensamiento superficial que alcanza a leer el color del rostro, las letras en las hojas de vida, y no sabe descifrar los destellos de interior en las miradas. Y lo peor es que lo sabemos, los ejemplos son del dominio público y aun así fingimos ignorar para que no se arruine la perfección del engaño de las convicciones.

Me repitieron cientos de veces “no puedes hacer lo que se te da la gana” y yo me he dedicado a inventar mis propios caminos, con mis propias estrategias; juzgaron que escribir erotismo y publicarlo con fotos mías en poca ropa sería una sentencia de muerte para mis ínfulas literarias, yo sobre el sexo he configurado el éxito; la tartamudez me enmudeció de vergüenza, ahora hablo fuerte y claro con un rasgo que me hace única; aprendí a ser una víctima de las circunstancias y mi rebeldía me encaminó hacia la libertad.

Y sí: aunque hayas visto mi ombligo, mis redondeces en un escote pronunciado o fragmentos de mis muslos en una imagen, cada día me despierto a ser ilimitada: la mejor persona que puedo ser.