LOS “MALDITOS” CELOS

“Somos seres emocionales, pero también inteligentes”.

Mónica Soto Icaza
Columnas
CELOS

Corazón de cero a 120 kilómetros por hora en un segundo, manos húmedas, sensación de frío, respiración incontrolable, niebla mental, angustia, miedo, furia, frustración, enojo, tristeza, desesperación. ¿Quién no ha sentido ese nada amable coctel de emociones cuando ve a su amor interactuar con demasiada amabilidad con alguna persona del sexo opuesto? ¿O cuando lo imagina? ¿O cuando lo sospecha? ¿Quién no ha tenido una noche de insomnio con miles de pensamientos obsesivos que surgen del peligro inminente, o quizás imaginario, de perder al sujeto del afecto?

Estás en lo correcto: todo ser humano habitante del planeta tierra en una relación sentimental de cualquier tipo. (Aquí hablaré de los celos en relaciones de pareja, no de celos entre hermanos, amigos o colegas).

Los celos son aterradores, incómodos, inoportunos y molestos; por eso tanta gente se niega a aceptarlos. Es muy común escuchar aseveraciones como: “Yo no soy celosa(o)”, “yo jamás he sentido celos”, “los celos son de gente insegura”, “la gente con buena autoestima no siente celos” e infinidad de combinaciones más. Todas imprecisas, falsas: si amas a alguien y te importa, vas a temer perderlo. Las respuestas del cuerpo y la mente ante ese riesgo se llaman celos.

Los celos son normales, humanos. La buena noticia es que, si bien no podemos evitarlos, sí podemos controlar cómo reaccionamos ante ellos (los celos enfermizos que llevan a alguien a perseguir, interrogar o convertirse en investigador privado son otra cosa, si los experimentas con una intensidad incontrolable lo mejor que puedes hacer es buscar ayuda profesional, porque pueden ser síntomas de un problema más grave). Somos seres emocionales, pero también seres inteligentes y es justo nuestra inteligencia el arma que necesitamos para domarlos.

Máscaras

Estamos en un mundo tan obsesionado por la felicidad y la perfección, que buscamos alejarnos de las llamadas “emociones negativas”: enojo, miedo, angustia, celos, sin darnos cuenta de que también son importantes para mantenernos con vida, hacer cambios necesarios, defendernos ante la injusticia, cuidar del amor; incluso los celos pueden ayudarte a recuperar el deseo por tu pareja, porque a veces uno no se da cuenta de que quiere realmente estar con alguien hasta que siente el peligro de perderlo. Así como nos pertenecen la alegría, la esperanza, el placer, la satisfacción, también las poseemos a ellas y vivimos en interacción constante. Aunque suene loco, son útiles y negarlas es como echar la basura debajo del tapete esperando que se limpie sola y desaparezca. No va a pasar y de cualquier forma tarde o temprano tendrás que limpiarla.

Los celos existen desde que el ser humano es ser humano y se relacionó sexual y afectivamente con otros seres humanos. Las mujeres deseaban conservar a su proveedor y protector y los hombres estar seguros de que sus hijos sí eran suyos y no se estaban esforzando tanto por crías ajenas (Buss, 2000). Nuestra parte animal se conecta con ese recuerdo ancestral y es cuando llegan.

Recuerda que no estás en competencia por el amor de la persona que quieres y no tienes por qué estar en una relación que no te gusta, y si necesitas estar persiguiendo a tu pareja para que no te engañe, revisándole el teléfono y encontrando evidencia, quien necesita revalorar su permanencia ahí eres tú. No vigiles, no hagas escándalos, no regales tu poder. Los celos y sus consecuencias también pueden ser aquello que te liberen de relaciones abusivas e infelices con máscaras de estabilidad.

Yo no soy celoso, pero ¿quién es ese cabrón?/ Dime quién es ese cabrón/ Tranquila, no soy psycho/ No voy a hacer un papelón, pero/ Auch, mi corazón. (Marcos Efraín Masis, Benito Antonio Martínez Ocasio y Ricardo López Lalinde, interpretada por Bad Bunny).