¿MISANDRIA Y MISOGINIA?

“Cohabitamos en esta tierra, compartimos miedos, inseguridades, camas, trabajos, familia”.

Mónica Soto Icaza
Columnas
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“Me siento como vaca lechera”. “¿Ah, sí? ¡Pues yo me siento como cajero automático!” Esa fue una discusión real entre una pareja de padres primerizos con dos años de casados, embaucados, como millones de parejas en el mundo, por las fantasías del amor romántico, la media naranja, el alma gemela.

La realidad es que las mujeres y los hombres hemos sido engañados por igual, aunque con realidades diversas y distintas.

Por mi natural curiosidad y mi trabajo como escritora de literatura erótica me apasionan temas como las relaciones de pareja, la psicología, las interacciones sociales. Estudio, leo todo tipo de libros, artículos periodísticos y científicos, además de escuchar a hombres y mujeres hablar de problemas mutuos. No soy terapeuta, solo alguien a quien la gente le confía sus intimidades, lo cual agradezco: los seres humanos nos explicamos en los ojos de los demás.

Entre los libros que he leído al respecto dos llamaron mi atención de manera sobresaliente por su similitud en la profunda diferencia. Uno es The MGTOW solution, de Dirk Lerxst y el otro Hombres, los odio, de Pauline Harmange.

The MGTOW solution ―MGTOW es Men Going Their Own Way, Hombres siguiendo su propio camino, un movimiento de hombres que ya no quieren convivir ni comprometerse con mujeres― responde a preguntas como: ¿Por qué las mujeres se comportan de la manera en que lo hacen? ¿Por qué las mujeres son tan demandantes? ¿Por qué los hombres son tan subestimados?

Hombres, los odio, habla de la misandria, del origen del odio de las mujeres hacia los hombres: por qué las mujeres han sido colocadas en situación de desventaja en batalla contra hombres mediocres; cuestiona si el odio a los hombres puede ser la vía para vencer al machismo.

¿Y si nos escuchamos?

Me gusta analizar ambos puntos de vista, tanto el de la misoginia como el de la misandria: a fin de cuentas, cohabitamos en esta tierra, compartimos miedos, inseguridades, camas, trabajos, familia, y me encantó darme cuenta de que queremos lo mismo. Si cambiamos en un libro u otro la palabra “mujer” por “hombre” y viceversa, encontramos un punto de vista similar.

Para muestra, algunas frases de ambos:

“Trabaja más y fracasarás en satisfacer sus necesidades emocionales. Trabaja menos y su materialismo no quedará satisfecho” (The MGTOW solution) vs. “Si nos empeñamos tanto en empujar a las mujeres a los brazos de los hombres es precisamente para asegurar la felicidad, o al menos el bienestar, de los hombres”. (Hombres, los odio).

“… si una mujer es dueña de un negocio, las probabilidades son que ella obtendrá algunos contratos por la virtud de simplemente ser mujer”. (The MGTOW solution) vs. “hay pocas cosas más agotadoras que ver cómo a los hombres se les ponen unas medallas desproporcionadas por esfuerzos minúsculos, mientras que las mujeres seguimos sometidas a unos estándares imposibles que siempre nos convierten en perdedoras”. (Hombres, lo odio).

“En vez de adaptarnos al mundo de alguien más, nosotros creamos el nuestro”. (The MGTOW solution) vs. “Sintamos la alegría de vivir por y para nosotras mismas y metámonos en relaciones por las razones correctas, y alejémonos de ese mecanismo automático que nos hace tener miedo a estar solas”. (Hombres, los odio).

“Un hombre liberado a la vez”. (The MGTOW solution) vs. “Para construirme no necesito a los hombres”. (Hombres, los odio).

Lo que queda claro es que necesitamos empezar a escucharnos y, quién sabe, tal vez hasta descubramos que no somos tan incomprensibles como creíamos: no somos ni marcianos ni venusinas, sino terrícolas.