¿MUJERES RIVALES?

“Es momento de desterrar estas ideas anacrónicas y asumir responsabilidades”.

Mónica Soto Icaza
Columnas
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La villana en las narraciones de ficción es el personaje más atractivo, memorable, el que pronuncia las frases matadoras que hacen época. La realidad, sin embargo, es muy distinta y hay quienes todavía hoy, en pleno siglo XXI, siguen colocando etiquetas absurdas en las integrantes del sexo femenino.

Por eso hoy quiero compartir diez mentiras de la sabiduría popular —que ha resultado ser no tan sabia.

1. “Entre mujeres podemos despedazarnos, pero jamás nos haremos daño”. Esta sesuda frase hizo historia gracias al anuncio de una obra de teatro mexicano en los ochenta o noventa. Es uno de los absurdos más aprehendidos por mujeres de múltiples generaciones. Como si despedazarse no fuera hacerse daño o como si la única forma de relacionarnos con otras mujeres fuera por medio de las dobles intenciones y la hipocresía.

2. “Mujeres juntas ni difuntas”. Este es el terror de los creyentes en la hegemonía masculina. Si las mujeres solas son capaces de sacar adelante familias al mismo tiempo que trabajan, tienen citas amorosas y aún les queda tiempo de escuchar a sus amigas, las mujeres acompañadas, llevando a cabo proyectos, sembrando ideas y alzando voces somos imparables.

3. “El peor enemigo de una mujer es otra mujer”. Este ha sido el pláceme de aquellos machos lomo plateado que aman acumular mujeres que no quieran saber unas de otras ni verse jamás ni por equivocación, con el argumento de que unas son mejores que otras y por eso siempre están en competencia y son unas envidiosas. Las mujeres solidarias, seguras de sí mismas, no se comen a cualquier señor y mucho menos si es ajeno.

4. “Ellas también tienen que respetarse, se visten así y luego se quejan cuando les pasa algo”. ¿En serio? Y yo que creía que el tribunal de la inquisición había fenecido hace siglos.

5. “Las mamás son las que educan a los machos”. Noticia de última hora: el padre también educa. La manera en que trata a su esposa, la honestidad con la que se desenvuelve en el trabajo, cómo se comporta con sus padres, todo eso educa. Y sí, la ausencia también educa.

Hilarante

6. “Se embarazó para atraparlo”. Esta es hilarante. ¿Tú crees que una mujer se va a echar encima una panza durante 40 semanas y una vida entera durante toda su existencia solamente para que un tipo se case con ella? Ajá.

7. “Nunca te fíes de una mujer”. Legado de las historias bíblicas y siglos de adoctrinamiento. Un ejemplo es el de fray Andrés de Olmos en su Tratado de hechicerías y sortilegios, texto en español y náhuatl que se usaba alrededor de 1553 para evangelizar y en el que el autor afirmaba que las mujeres somos más propensas a servir al demonio “porque las mujeres se dejan mucho dominar por la ira y el enojo, fácilmente se encolerizan, son celosas, envidiosas; haciendo sufrir, imponiendo tormentos a otros quieren aplacar su corazón y anhelan con facilidad que les pase a las gentes cosas tristes y penosas”. ¿La calidad de una persona tiene que ver con el órgano entre sus piernas? No lo creo.

8. “Por eso el marido la dejó”. ¿Por qué siempre asumir que él fue quien se largó? ¿Por qué resulta tan incómodo aceptar que las mujeres también son capaces de tomar esas decisiones?

9. “Es una lagartona, le bajó al marido”. Claro, como si ellos fueran unos pobres seres indefensos seducidos por esas pérfidas que los obligan a tener una erección para clavárselas entre las piernas.

10. “Le pegó, bien merecido se lo tenía”. Estamos tan acostumbrados a que la violencia solucione los problemas, que es mejor echar culpas y no lidiar con las emociones, sentimientos y celos. Y, además, pensarse con el derecho a emitir juicios sobre relaciones que ni conocemos.

Es momento de desterrar estas ideas anacrónicas y asumir responsabilidades. A todos nos conviene una vida con menos prejuicios y más libertad de pensamiento. Vamos por ella, pero ya.