NO ME QUIERAS

“Dices que te gusta estar conmigo, pero bostezas cada cinco minutos”.

Mónica Soto Icaza
Columnas
Soto1095.jpg

Si me vas a querer así, mejor no me quieras. Si me vas a bombardear de amor para luego cobrármelo a gritos en mi primer error, no me quieras. Si me vas a decir que soy lo máximo, lo mejor que te ha pasado en la vida, la más inteligente, la más interesante, la más sexy, para más tarde darme instrucciones de cómo ser aún mejor, decirme que subí de peso o a quejarte de cada una de mis reacciones, mejor no me quieras. Si me vas a atender cuando nos sentamos a comer, para después fiscalizarme por mi falta de “reciprocidad” la siguiente vez que estemos frente a una mesa y te enfades porque no te serví primero, mejor no me quieras.

Mejor no me quieras si después de hacerme el amor “con la pasión desmedida que siento por ti” voy a terminar con las piernas moreteadas con la forma de tus dedos, con la vulva de un rojo tan intenso que ir al baño se convertirá en una escala en el infierno, con las tetas inflamadas por tus apretones, como si quisieras marcar tu territorio por si me apetece de pronto irme con otro hombre. Si me vas a querer para tatuarme como ganado, mejor no me quieras.

Mejor no me quieras si para estar contigo necesito ignorar a mis amigos; si cada vez que quiero salir sola tú te vas a enojar tanto que mejor dejaré de verlos. No me quieras si mis padres, mis niños y mi mejor amiga te van a ser amenazantes, si te vas a portar grosero con ellos para ahuyentarlos y convertirme en una isla contigo como único habitante.

No me quieras. No me demuestres amor regalándome aquello que mencioné que necesitaba en alguna conversación; quiero pagar el precio monetario por los objetos que deseo, y no poner en riesgo mi salud mental: tu manera de cobrarme cada centavo gastado en mí es el desequilibro de mi razonamiento, una batalla entre agradecerte el detalle, contra la incertidumbre del costo que tendré que pagar en nuestra siguiente discusión.

Reclamos

Porque habrá una próxima discusión. Porque por más que prometas y llores e implores y te hinques y jures sobre la tumba de tu madre vas a volver a enojarte, vas a volver a perder el control, vas a volver a reclamar que no te quiero como tú me quieres, aunque en cada discusión yo intente cambiar para adaptarme a tus expectativas. Porque por más que yo llegue hasta a traicionarme a mí por darte gusto, para ti jamás será suficiente y tú dirás que exagero, que miento, que cuando intento defenderme diciéndote lo que sí he cambiado y hecho por ti tú dices que te “vendo” mis esfuerzos y eso los hace inservibles, aunque tú te la pases queriéndome convencer de lo grandioso que has hecho por mí, la mujer más ingrata que has conocido. Porque al siguiente minuto también seré la mujer más maravillosa que has conocido.

Mejor no me quieras si te vas a quejar de que no me arreglo lo suficiente para ti y cuando me arreglo linda para salir te pongas tan celoso de que otros me miren, que te pases la cita reclamándome mi manera atrevida y poco considerada para ti de vestir.

No me quieras si tus palabras y tus acciones son contradictorias; si dices que te interesa lo que digo, pero el tiempo que compartimos tú y yo también lo compartimos con tu teléfono, tu agenda completa de Whatsapp y tus redes sociales; si dices que te gusta estar conmigo, pero bostezas cada cinco minutos; si aseguras que quieres cuidarme, pero también te aseguras de provocarme celos para después enojarte si consigues tu objetivo.

Si me vas a querer así, mejor no me quieras.