ORGASMO NUESTRO

El sexo no reconoce condición social, color de piel ni suculencias de la cartera.

Mónica Soto Icaza
Columnas
Foto: Especial
Ilustración

Por Mónica Soto Icaza

Es martes. Como cada 15 días me dispongo, computadora enfrente, vaso anegado de hielos sumergidos en una mezcla de vodka con agua tónica en mano, a escribirte, estimado lector, sobre lo democrático que me parecen los orgasmos. Las palabras surgen de mis dedos con un sonido de agua fresca entre las piedras, con la fuerza de un manantial que nace en las montañas y se desplaza entre espuma y gotas por los valles y hendiduras de la tierra.

Entonces mi cuerpo ordena no hablar de conceptos. Con el eco de mil mariposas en mi vientre me obliga a teclear que todos llegamos al mundo gracias a los orgasmos. El sexo no reconoce condición social, color de piel ni suculencias de la cartera: por eso es lo más democrático que existe. Oligarcas, dictadores, monarcas, déspotas, plutócratas, presidentes, anarquistas, socialistas, demócratas, capitalistas; CEOs, obreros, directores y gerentes; ejecutivas, amas de casa, solteras empedernidas y madres de perrhijos; adolescentes, chavorrucos y viejos, nuestra identidad está fundamentada en la interacción del día a día con esa pulsión del ser humano que permea todos los aspectos de la vida, desde las necesidades básicas hasta las de autorrealización. Incluso la gente que se sabe asexual toma decisiones al respecto de manera cotidiana.

Un buen orgasmo al día debería formar parte de la canasta básica de toda persona, más importante que mirar el WhatsApp para felicitar por su cumpleaños a una prima que hace siglos no ves pero está en el chat familiar, o enterarte de los problemas vecinales. Mucho más necesario que entrar a las redes sociales para chismear sobre vidas ajenas y perderte entre fake news, videos de gatos y pleitos políticos de columnistas contra bots.

Beneficios


En este mundo donde adolece la empatía, en números rojos de satisfacción y sonrisas, no comprendo la perversidad de quienes condenan el placer sexual, de los que se indignan al ver a una persona satisfecha, de los detractores de la poesía erótica o las historias lujuriosas, herramientas para la fantasía y el mejor desempeño en la cama.

La violencia, la gente infeliz que nada más ve cómo molestar o arruinar al de junto, líderes políticos y empresariales aprovechados, gente agresiva que se enfrenta a gritos y golpes a la mínima provocación ponen en evidencia la necesidad de hablar de sexo de forma abierta y sana, y más allá de eso de practicarlo (siempre de forma consensuada y respetuosa).

No es necesario tener pareja para experimentar una vida sexual plena. Por fortuna la naturaleza nos dotó de dos manos con diez dedos, un cerebro con ínsula y núcleo estriado (zonas donde se origina el placer), capacidad de abstracción, memoria, imaginación y objetos varios y diversos para transitar el camino hacia el clímax. Y sujetos solteros y sin compromiso.

El orgasmo es muy beneficioso para el cuerpo de hombres y mujeres. Acelera el ritmo cardiaco, por lo que reduce la posibilidad de infartos; mejora el sistema inmunológico, ayuda a equilibrar las hormonas, relaja, reduce la ansiedad, te pone una sonrisa en la boca y en el corazón.

Además, según diversos estudios en todo el orbe, una vida sexual activa, sana y continua rejuvenece entre cinco y diez años a quien la practica, eso sin contar que es auxiliar para un sueño más profundo, una piel más brillante, mayor tolerancia al dolor físico y, sobre todo, da a los individuos artilugios emocionales para enfrentarse al mundo con una actitud más positiva, con alteridad y belleza.

Por eso y más abogo por el único y mil veces irrepetible orgasmo nuestro de cada día. No importa qué tan adultos seamos o si creemos o no en los cuentos de hadas: todos adoramos los finales felices.