He sostenido en este y otros espacios que las democracias occidentales abandonaron a Ucrania no ahora, sino hace décadas, cuando le solicitaron que renunciara a sus armas nucleares a cambio de una protección frente a Rusia que nunca llegó.
Protección que no se materializó ni en 2014 cuando Ucrania fue despojada de Crimea, ni en 2022 cuando se produjo la fase más reciente de la incursión imperialista rusa.
Las vacilaciones y dudas de Occidente frente a Ucrania no empezaron con Trump, como tantas cosas, él más bien fue el reflejo más violento de esa tendencia. Recientemente Zelensky, el líder ucraniano, se quejó de que en las negociaciones de paz con Rusia, Ucrania no obtenía ninguna garantía de seguridad real, en tanto una vez concluida la guerra los ucranianos no podrán ingresar a la OTAN ni a la Unión Europea. En otras palabras, lo más probable es que Rusia vuelva a invadirlos dentro de unos años y volvamos a la casilla inicial del tablero.
Digo mal, pues dicho escenario supone que las democracias europeas seguirán gobernadas indefinidamente por líderes de tendencia liberal que quieran apoyar a Ucrania. La tendencia lo que nos dice es más bien lo contrario. No tardarán en llegar partidos de extrema derecha a Francia y Alemania, los países más importantes de la Unión Europea. Partidos de extrema derecha a los cuales se les han demostrado sus nexos con Putin e incluso se les ha acusado de recibir financiamiento por parte del mandatario ruso.
Límites
Difícil entonces suponer que los gobiernos e incluso la opinión pública de Europa Occidental se mantendrán favorables a Ucrania. Y es que, hasta ahora, los europeos siguen limitando su apoyo a Ucrania a las transferencias de inmensas cantidades de dinero para sostener el esfuerzo bélico. Llegará el día en que el elector común y corriente de las democracias occidentales se harte de que sus impuestos se gasten en un país lejano, pero también llegará el momento en que Ucrania misma se canse de poner los muertos mientras que Occidente solo pone dinero. En tanto la supuesta “coalición de los dispuestos” (así se autodenominan quienes apoyan a Ucrania) no se comprometa a enviar soldados propios en defensa del territorio ucraniano, el rencor empezará a anidar en la conciencia de aquel país, al ver que el compromiso de sus aliados es muy limitado.
Nadie medianamente enterado cree que Ucrania entrará pronto a la OTAN o a la Unión Europea, así que solo parece cuestión de tiempo para que la guerra se defina en favor de Rusia, con el territorio ucraniano sobreviviente sujeto permanente de la amenaza de otra invasión.
En esto vemos un ejemplo más del fracaso europeo para articular una política de defensa común y, en el fondo, el carácter no prioritario de Ucrania para quienes deberían estar empeñados en defenderla.
Todo parece indicar que, ante el abandono estadunidense, los europeos buscarán un arreglo bilateral con Rusia y probablemente con China, que sigue observando con interés la evolución de la coyuntura ucraniana como un posible predictor de la reacción occidental ante una posible invasión de Taiwán.
Cerramos 2025 y siguen ganando las autocracias…

