EL JUEGO DE AJEDREZ

Sergio Pérezgrovas
Columnas
AJEDREZ

¿Hay que tener inteligencia para jugar?

No, el Ajedrez hace a la gente inteligente.

Emanuel Lasker

Robert James Fischer nació en Chicago el 9 de marzo de 1943 y murió a los 64 años en Reikiavik, Islandia. Mejor conocido como Bobby Fischer, fue campeón mundial de ajedrez ocho veces y es el único que ganó con una puntuación perfecta de 11-0.

Fue en 1949 cuando Bobby, de seis años, junto con su hermana aprendieron a jugar ajedrez.

Fischer ganó el campeonato de ajedrez más publicitado de la historia debido a que se encontraba el mundo en plena Guerra Fría. Su contrincante fue Boris Spassky, de la Unión Soviética.

Para 1975 Bobby se negó a defender su título porque no se pusieron de acuerdo en las condiciones del partido; por lo tanto, la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) nombró campeón mundial a Anatoly Karpov por default. Fue cuando el ajedrecista dejó de jugar.

Fue hasta 1992 cuando regresó para jugar una revancha para Spassky, en un partido no oficial en Yugoslavia. Fischer ganó el encuentro, pero los pinches gringos la armaron de pedo, ya que le advirtieron al jugador que si lo hacía en Yugoslavia estaría violando una orden ejecutiva que imponía sanciones a ese país. A Bobby le valió madre y jugó, por lo que su gobierno emitió una orden de arresto en su contra. Tuvo que huir a Europa del Este, acabando en Japón, donde conoció a la que fuera su esposa, Miyoko Watai, quien era una extraordinaria ajedrecista.

En 2004 fue arrestado en el aeropuerto de Narita. Y duró ocho meses encerrado en Japón. Fue detenido por usar su pasaporte, que había sido revocado por el gobierno de Estados Unidos. Ante el riesgo de ser deportado, encontró en Islandia un aliado que le concedió la ciudadanía y, sobre todo, un pasaporte. Así pudo viajar a la capital, Reikiavik, donde vivió hasta el final de sus días en 2008, a causa de complicaciones renales.

Publicó Mis 60 partidas memorables, que es un libro obligado para los jugadores. Según un estudio de la Emory University, Bobby tenía un coeficiente superior al de Galileo y Einstein con 187 puntos (el científico alemán tenía 160, mientras que el físico Stephen Hawking 152).

Fischer sigue siendo un referente en la cultura del juego. Tan es así, que hay una serie llamada Gambito de dama con base en sus historias; y aunque la protagonista es mujer (Anya Taylor-Joy), para los conocedores hay muchos guiños a la vida del campeón.

Sin razón de vivir

En la Alameda Central, en el mero Centro Histórico, todos los domingos se reúnen a jugar ajedrez. Va, según parece, puro viejo lobo de mar. Pero todos los días un grupo de estos señores juega en el parque Miraflores, ubicado en San Pedro de los Pinos, porque en ese lugar hay cuatro mesas que nadie ocupa, salvo los octogenarios que juegan de ocho a diez de la mañana de lunes a sábado. El que gana va entonces a jugar a la Alameda Central.

Uno de los ajedrecistas que generalmente ganaba se llamaba Roberto, le decían de cariño Bobby y a veces lo mencionaban como el Fisher región cuatro. Había ganado todas las partidas de la semana, por lo que tenía que ir a jugar a la Alameda. El caso es que no llegó y tampoco a la cita del lunes. Sus compañeros sabían que algo extraño había pasado, así que llamaron a la policía.

Tris, quien siempre estaba donde no debía, llegó a hacer la investigación. Le informaron dónde era que el Bobby vivía y llegó a su casa. Derribó la puerta y encontró el cadáver de Roberto con la reina encajada en la carótida: llevaba ya varios días muerto.

Tenía un compañero de juego que no lo quería, así que Tris investigó y dio con el sujeto. Su casa estaba en la calle de Bayoneta. Al tocar la puerta vio que se asomaba un anciano, quien se negó a abrir, así que sacó la pistola, por lo que el viejo tuvo que abrir la puerta. Rápidamente confesó que Roberto nunca lo dejaba ganar y eso hizo que lo asesinara.

—Llevaba años pidiendo que me dejara ganar tan solo una vez, pero siempre se negaba.

Tris esta vez no mató al culpable: sabía que el abuelo no duraría mucho. Lo llevó a la comisaría. Ahí le dieron arresto domiciliario y murió a las dos semanas. Sus compañeros afirmaron que ya no tenía razón de vivir al no poder pelear con el Bobby.