Como resultado directo de la Segunda Guerra Mundial y aunque su organización predecesora, la Sociedad de las Naciones, nada pudo hacer para evitarla, la Organización de las Naciones Unidas (ONU, de la cual México es socio fundador) ha tenido un papel fundamental en la procuración de los equilibrios internacionales desde que fue creada.
Muchas han sido las críticas contra la ONU —inaugurada el 24 de octubre de 1945— procedentes desde los más diversos rincones del planeta y diversas posiciones ideológicas, pero es muy difícil imaginar el mundo contemporáneo sin sus funciones.
En su estructura existen áreas que desempeñan un papel crucial en la agenda internacional. La Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos (ACNUR), por ejemplo, media en los diversos y graves conflictos armados, en casos violencia de gobiernos contra sus sociedades y, en general, ante acciones que vulneran la integridad de las personas, cometidas por instituciones.
Sus reportes, posicionamientos, señalamientos y los discursos de sus funcionarias y funcionarias desempeñan funciones muy importantes para intentar contener las afectaciones a las sociedades.
Hoy en día, frente al grave y dramático ejemplo del genocidio del gobierno de Israel contra la población civil de Gaza, su papel ha sido difundir información y documentación para que el mundo entero tome conciencia y a la vez exija que se suspendan del todo las acciones militares contra personas indemnes.
También el Consejo de Seguridad, integrado por cinco miembros permanentes (Francia, Reino Unido, Rusia, China y Estados Unidos), si bien con sus limitaciones debido al derecho al voto de esos países, genera una relevante toma de posiciones para atemperar, al menos, la profundización de conflictos armados.
En el caso de la invasión de Rusia a Ucrania el papel de las Naciones Unidas ha implicado en determinados momentos una relativa contención a las acciones militares de ambos bandos. También respecto de alertas sobre potenciales conflictos bélicos —como el que pudiera establecerse entre China y Taiwán—, sin duda que sus acciones diplomáticas multilaterales han contribuido a su contención.
Relevancia
Por otra parte, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) es una de las estructuras mundiales de mayor influencia para la difusión de los patrimonios naturales y culturales de todos los países del mundo. De nueva cuenta, México tiene en ese ámbito un papel sustancial, al ser reconocido como la sexta potencia cultural mundial y la primera del continente americano. Ni aun reuniendo o sumando el patrimonio reconocido por la UNESCO a Estados Unidos y Canadá logran superar el que posee nuestro país. Es lo que se denomina en los estudios especializados en materia de seguridad nacional como poder suave (aportación del profesor Joseph Nye).
Es larga lista de las estructuras de las Naciones Unidas y de ahí su relevancia también para mediar en conflictos políticos y armados hacia el interior de cualquier país.
Para darnos una idea, el ambiente y tensiones que generaron distintos debates en el pleno de la Asamblea General los pasados días 22 y 23 desmiente, o al menos cuestiona, las críticas desde gobiernos como el de Estados Unidos a propósito de la supuesta inocuidad o inutilidad de la existencia de la ONU.
La presencia de México en la ONU ha sido a lo largo de las décadas un referente en cuanto a sus propuestas y posicionamientos. Ahí están como ejemplo sus cinco elecciones como miembro no permanente del Consejo de Seguridad.