APUNTES SOBRE LAS RELACIONES MÉXICO-EU

“Esta es la etapa más ríspida en cuanto al entendimiento entre ambos países”.

Relaciones México-EU
Javier Oliva Posada
Columnas
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Por lo menos en lo que va del siglo XXI, esta es la etapa más ríspida en cuanto al entendimiento entre ambos países. La precedente, sin duda, fue la reacción del gobierno del expresidente Vicente Fox ante las presiones de George Bush hijo para que se plegara a las decisiones económicas y militares contra Irak y Afganistán luego de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001.

Desde luego que de entonces a la fecha ha habido incidentes graves, sobre todo provocados —y hay que tenerlo como una variable sistemática— por parte de algunas de las agencias de seguridad e inteligencia civiles de Estados Unidos.

Las tendencias y perspectivas en las relaciones entre los gobiernos de los presidentes Claudia Sheinbaum y Donald Trump no son una sorpresa: desde su tercera campaña electoral por la Casa Blanca él ha mantenido una constante que podría resumirse en un solo y prejuiciado término: antiMéxico.

Lo que representa nuestro país para buena parte de la élite de la población anglosajona lo podemos encontrar en ese célebre como polémico libro de Samuel Huntington, ¿Quiénes somos? (ed. Paidós). En ese texto hay explícitas y detalladas referencias a la presencia e influencia de la comunidad mexicana, lo que se percibe como un serio peligro para preservar la identidad cultural y racial de Estados Unidos.

Baste recordar, por ejemplo, la eliminación y cambio de sentido de la tradicional fiesta en la Casa Blanca del Día de la Hispanidad, que se celebraba el 5 de mayo a propósito de la Batalla de Puebla de 1862. O también, y aunque pasó de largo, que tan solo un día después de haber tomado posesión para su segundo mandato, es decir el 21 de enero pasado, Trump ordenó que se suprimiera del sitio de internet de la Casa Blanca la página de acceso que estaba en español.

Asimismo, recordemos la firma de la primera Orden Ejecutiva, horas después de asumir el cargo, para declarar la emergencia nacional en la frontera sur (con México, por supuesto) y así contar con los recursos jurídicos y presupuestales para desplegar Fuerzas Armadas. Es la primera vez, por lo menos desde 1945, al concluir la Segunda Guerra Mundial, que esto sucede.

Impacto

En términos coloquiales se puede decir que no hay sorpresas, hay sorprendidos. Así, en un mismo día (25 de junio) el Departamento del Tesoro anunció que dos bancos y una casa de bolsa mexicanas presuntamente forman parte del entramado del tráfico de drogas, específicamente de fentanilo, y el lavado de dinero de organizaciones criminales mexicanas, clasificadas desde el 20 de febrero pasado como Organizaciones Terroristas Extranjeras (FTO).

Por su lado, casi de forma simultánea, la jefa del Departamento de Justicia, Pamela Bondi, ante comisiones del Senado de su país respondió a una pregunta respecto de la cooperación del gobierno mexicano contra el tráfico de drogas. La respuesta fue que Rusia, China, Irán y México son “rivales” de Estados Unidos. Ni más ni menos.

No se trata de una declaración hecha sin ton ni son. El foro, el lugar, el evento, así como el momento para expresarla, denota que el largo camino que nos queda como sociedades y gobiernos estará impregnado de desencuentros, acusaciones hacia nuestras comunidades radicadas en EU y, sobre todo, constantes presiones para que nuestro país y gobierno cedan en aspectos claves y estratégicos para los intereses económicos y comerciales de Estados Unidos.

Es momento de crear, valorar e instrumentar una decidida política exterior y despliegue diplomático en las áreas civiles, más allá de las intenciones, que por razonables que sean no tienen un real impacto en la dinámica en las relaciones entre nuestros países.

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