ATAQUES Y HUMOR

Sergio Sarmiento
Columnas
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El propio presidente López Obrador lo sabe. Atacar a un candidato de protesta, como él lo fue en su momento, es contraproducente, especialmente cuando los ataques son recibidos con buen sentido del humor. Lo puede atestiguar Vicente Fox, quien navegó con facilidad a la Presidencia en 2000 a pesar de todas las acusaciones que se le lanzaron. Lo mismo hizo AMLO en 2018, cuando empezó a reírse de los ataques, en lugar de enojarse como en 2006.

El presidente ha decidido participar activamente en la campaña presidencial para 2024, que ya ha empezado, aunque la ley diga otra cosa. Primero utilizó su mañanera para cuestionar a Santiago Creel, a quien percibía como el más probable candidato de la oposición, pero ante el surgimiento de Xóchitl Gálvez ahora usa el espacio para golpear a la senadora panista.

Según el presidente, Xóchitl Gálvez fue seleccionada por Claudio X. González, el “gran elector” de la oposición, pero cualquiera puede ver que el Frente Amplio por México ha organizado un complicado proceso de recopilación de firmas, encuestas y elección primaria que tiene todavía 13 aspirantes. “Están inflando a la señora”, dijo el mandatario. Xóchitl le respondió que la idea de que una mujer en política debe tener a un hombre detrás para avalarla y manipularla es machista. AMLO la acusó de no ser realmente “pueblo”, de ser la candidata de la mafia del poder, de quienes quieren regresar por sus fueros. Ella respondió que en el gobierno están “desesperados” y por eso utilizan recursos oficiales para agredirla.

AMLO dijo después que Claudio X. González y el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) deberían revisar los contratos que las empresas de Xóchitl han tenido con el gobierno, a lo que ella contestó que todos sus contratos han sido legales y auditados, que incluso algunos se han hecho con la 4T, y que ella no recibe dinero en efectivo en sobres amarillos como sus familiares y simpatizantes. Como han continuado los ataques, Xóchitl respondió: “Primero me cerró las puertas y ahora no deja de hablar de mí. ¿Será que es Xochilover o soy su crush?”. Y añadió: “Presidente, deje de estar pensando en mí. La verdad es que tiene un país que gobernar”.

Candidatura

Los ataques del primer mandatario han sido secundados por sus acólitos, como Epigmenio Ibarra y El Fisgón, así como por todos los medios de comunicación del gobierno. Ibarra la ha acusado de falta de congruencia por asociarse con un partido de derecha, como el PAN, mientras que El Fisgón la dibujó en una caricatura francamente racista, en que la presentaba como una india con una pluma en la cabeza. Quien lleva realmente la batuta en los ataques, sin embargo, es el presidente, quien todos los días lanza nuevas acusaciones en su contra.

Me parece que el presidente se está equivocando. Él mismo ha construido la notoriedad de Xóchitl Gálvez, quien de la nada, ya que aspiraba solamente a la candidatura a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, ha pasado a encabezar las preferencias en la contienda por la candidatura presidencial de la alianza opositora. Hay quien dice que la quiere fortalecer, porque supuestamente sería la adversaria más débil para sus corcholatas, pero su rápido ascenso sugiere lo contrario: es la opositora más fuerte.

López Obrador está, por supuesto, violando la ley al intervenir en la elección. Esto podría llevarlo a él y a su partido a problemas legales. Pero lo peor es que ni siquiera está teniendo éxito. Lejos de generar un repudio generalizado a Xóchitl, la está impulsando cada vez más.