LEY CÁLLATE CHACHALACA

Sergio Sarmiento
Columnas
CHACHALACA

Señor presidente, le doy completamente la razón. Este 4 de octubre se quejó usted de que los consejeros del Instituto Nacional Electoral (INE) “ahora se convierten en censores. Es como el tribunal de la Santa Inquisición. Ellos nos van a decir qué podemos decir y qué no”.

Usted señaló: “Y sí, estamos en contra de la corrupción y estamos en contra del racismo, pero ahora el INE ya no quiere de estos temas. Entonces vamos a ver cómo le hacemos. Se le va a hacer caso, ¿eh? Para que no nos acusen que estamos incumpliendo con la ley, aun cuando es una afrenta, es una violación flagrante a la libertad de expresión, de manifestación de las ideas”.

Quizás usted ya no lo recuerde, señor presidente, pero en 2007 un pequeño grupo de mexicanos nos opusimos a esa ley censora. Dijimos que era inaceptable que se prohibiera a los ciudadanos y a los políticos expresar libremente sus puntos de vista. No se puede prohibir a los políticos hacer política, señalé en varios foros.

El problema es que ni usted, que fue uno de los impulsores de esa ley censora, ni su escudero en el Senado, Pablo Gómez, nos hicieron caso. Para usted lo importante era prohibir las críticas de un presidente a un candidato opositor, como lo hizo Vicente Fox en contra suya en dos declaraciones durante la campaña de 2006, en las que a propósito no lo mencionó por nombre y apellido. Fox declaró una vez que no había que hacer caso a los populistas y otra que no había que cambiar de caballo a mitad del río. No dijo más.

Al final el PRD, su partido entonces, votó en 2007 a favor de modificar la legislación electoral para crear esta censura. Ni usted, ni Pablo Gómez, ni ningún otro personaje que hoy lo acompañan en el gobierno protestó por esta ley mordaza.

Libertad

Supongo, señor presidente, que la realidad política no se ve igual en la oposición que en el poder. Hoy no ha hecho usted solamente dos comentarios negativos sin nombre y apellidos contra la oposición, como Fox en 2006. Un día sí y otro también usted cuestiona a sus opositores desde una tribuna privilegiada, sus conferencias de prensa mañaneras, pagadas con dinero público. Algunas veces dice usted verdades, otras mentiras, pero en este punto en particular coincido con usted. El presidente debe tener la libertad de hacer política, de defender sus posiciones, de cuestionar a sus rivales, aunque también de permitir a los demás políticos o ciudadanos que lo hagan con libertad.

Estoy en desacuerdo con la censura. No creo que el INE deba censurar ni a un ciudadano ni a un funcionario. La equidad electoral obliga a no utilizar recursos gubernamentales para manipular una elección, pero esta equidad no puede incluir la censura a la expresión de opiniones.

La ley electoral de 2007 que usted y sus legisladores impulsaron en protesta por las dos ocasiones en que el presidente Fox hizo declaraciones en su contra es una mordaza inaceptable. Entiendo que usted ha decidido violar ahora la ley y seguir atacando a sus rivales políticos, aunque diga que ya no los llamará conservadores sino reaccionarios. Se rebela usted contra una ley injusta. No me parece mal, aunque sus acciones podrían tener consecuencias legales.

Sin embargo, señor presidente, creo que sería éticamente correcto que usted reconociera que se equivocó al impulsar la ley censora inspirada en su lema de campaña de 2006, Cállate chachalaca. Yo coincido con su posición de hoy, no con la de entonces. La censura de las opiniones políticas no puede ser parte de una democracia.