CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO, CAZADORES DE CO2 DAN ESPERANZA

J. Alberto Castro
Columnas
CO2 CAMBIO CLIMÁTICO

Uno de los desafíos cruciales para reducir las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) y garantizar la seguridad energética es hacia 2050 lograr cada año la eliminación de la atmósfera entre dos y 20 gigatoneladas de dióxido de carbono: solo así se podría limitar el calentamiento global a 1,5° Centígrados. Y uno de los métodos más prometedores es la captura directa del CO2 en el aire (DAC).

En efecto, el experto Hernán Milberg, alto ejecutivo de Techint E&C, prevé que a través de la captura de carbono se podrían reducir hasta siete mil toneladas de emisiones de CO2 en los próximos 26 años.

La captura de carbono consiste en evitar la liberación a la atmósfera de las emisiones producidas por el uso de combustibles fósiles en la generación de electricidad y procesos industriales. Las mismas son posteriormente almacenadas de forma segura y permanente en formaciones geológicas.

Igualmente, existe la tecnología de captura, uso y almacenamiento de carbono (CCU), que va más allá de eliminar el CO2 de la atmósfera, ya que permite reciclarlo para su uso en diversas aplicaciones, como en la producción de combustibles sintéticos o en la industria alimenticia.

Además, el CCU previene que el dióxido de carbono sea liberado desde puntos físicos concretamente localizables, como una chimenea; o también lo remueve directamente de la atmósfera (DAC, Direct Air Capture).

Precisamente, la ingeniera química Anna Mas (Terrasa, Barcelona, 1995) investiga esta innovadora tecnología, en concreto la que permite la captura y eliminación directa del CO2 en el aire. Indistintamente la joven científica asegura que “con DAC se pretende reducir las concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono que provienen de fuentes dispersas, difíciles de evitar e históricas”. Lo más esperanzador es que después “el CO2 capturado se puede comprimir y transportar a un almacenamiento permanente, como formaciones acuíferas salinas, o puede convertirse en nuevos productos”.

El propósito de esta cazadora de GEI es “optimizar la eficiencia del proceso de captura de CO2 para que sea lo más rentable posible”.

Aunado a ello, Mas y su equipo crearon un dispositivo que trabaja en condiciones de temperatura y presión atmosférica donde el CO2 presente en el aire pasa a través de los poros de la membrana altamente hidrofóbica y, en contacto con la solución absorbente y en presencia de la enzima anhidrasa carbónica, la conversión de CO2 a bicarbonatos es catalizada”.

Otro hallazgo de Mas es que el uso de dióxido de carbono capturado es una tecnología potencial para abandonar el carbono fósil utilizando el CO2 como materia prima alternativa para la producción de bienes valiosos, como productos químicos o combustibles.

Apoyada por la Fundación Greennova (que lleva varios proyectos con el objetivo común de mitigar el cambio climático); Eurecat, un centro tecnológico que hace de nexo entre academia e industria, y la Universidad Rovira y Virgili (URV), la estudiosa dice: “El objetivo de esta colaboración, y de mi investigación, es diseñar un dispositivo que trabaje de forma pasiva y que capture el CO2 presente, por ejemplo, en una oficina”.

Transición

Inmersa en la innovación tecnológica, la propuesta de Mas va más allá del objetivo que persiguen empresas (como Climeworks y Carbon Engineering) capturadoras de dióxido de carbono presente en la atmósfera, porque la singularidad del prototipo ideado por la española se distingue por su funcionamiento dinámico, que actúa a temperatura y presión ambiente, y el carbono capturado que se reutiliza.

Comprometida con el objetivo de un planeta libre de contaminación y eventos climáticos extremos, observa que estas anomalías son una amenaza para la seguridad alimentaria a nivel global porque “las perturbaciones en la producción de alimentos debido a sequías, carencia de humedad y lluvias generan cambios en las condiciones de crecimiento de los cultivos y pueden llevar a la escasez de alimentos y al encarecimiento de estos”.

Proactiva en el impulso de soluciones ante la crisis climática, considera que “faltan políticas que impulsen la transición energética, regulación de emisiones (en temas de CO2), obligar a las grandes empresas contaminantes a capturarlo, ya que ellas mismas lo emiten o generan, eficiencia energética, promoción de la agricultura sostenible, políticas de economía circular o prohibición de los vuelos cortos con alternativas como el tren, siguiendo el ejemplo de Francia”.

Por otra parte, científicos de la compañía suiza Climeworks desarrollaron en Islandia un nuevo sistema para extraer el dióxido de carbono de la atmósfera y guardarlo en el océano. Los inventores dicen que el novedoso sistema atrapa el CO2 del aire hasta tres veces más eficientemente que los métodos actuales. El gas —que es responsable del calentamiento global— puede ser transformado en bicarbonato de sodio y almacenado de manera segura y barata en el mar.

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El nuevo método podría acelerar el emplazamiento de la tecnología de extracción de carbono. Sin embargo, uno de los grandes problemas de la mayoría de estos métodos de captura directa de aire es el costo. Aunque el CO2 es un potente agente de calentamiento, está relativamente diluido en la atmósfera a razón de 400 partes por millón (ppm) en el aire. Así que las grandes máquinas necesarias para absorber y distribuir el CO2 consumen una gran cantidad de energía. Pero esta nueva tecnología, que usa resinas y otros químicos fácilmente disponibles, promete mucha mejor eficiencia a un costo más bajo, afirman los científicos involucrados en su desarrollo.

El equipo de investigación creó un nuevo material híbrido de absorción que pudo atrapar tres veces más CO2 que las sustancias existentes. De acuerdo con el director del proyecto, profesor Arup SenGupta, de la Universidad Lehigh, Estados Unidos, “hasta ahora las máquinas que absorben el aire de la atmósfera para luego filtrarla y atrapar las moléculas de dióxido de carbono tienen una capacidad de filtración de 100 ppm; por el contrario, la capacidad que nosotros logramos de captura directa de aire es de 400 ppm”.

Uno de los grandes desafíos en la captura de CO2 es qué hacer con el gas atrapado. La solución más común hoy en día es almacenarlo en la tierra o mar en antiguos pozos de petróleo. Como ya apuntamos, en la innovadora planta de Islandia se ideó otro procedimiento sustentado en añadir químicos al CO2 capturado para transformarlo en bicarbonato de sodio, que se puede almacenar fácil y seguramente en el mar.

El equipo de investigación tomó prestado un método que se aplica al agua y manipuló los materiales existentes para extraer CO2 del aire. Lo genial es que esta iniciativa partió de este punto: una tecnología que se había diseñado en un principio para ser aplicada al agua funciona extraordinariamente para el tratamiento de un gas.

Sin lugar a duda, estas maneras y desarrollos de extracción de CO2 no solo limitarán de manera drástica el aumento de las temperaturas globales, sino que también son la mejor esperanza de evitar un peligroso cambio climático.

Aún hay oportunidad

La capa de hielo de Groenlandia, que elevaría el nivel global del mar unos siete metros si desapareciera, se reduce más rápido que en cualquier momento en los últimos 350 años y está en camino de superar las tasas de derretimiento durante los últimos doce mil años.

En un solo día supercaluroso a fines de julio de 2021 se deslizó suficiente agua de su superficie para cubrir Florida con cinco centímetros de líquido.

Los 1.1 grados Celsius que se ha calentado el planeta desde el período preindustrial han empujado a la Tierra hacia cambios irreversibles, algunos de los cuales son inevitables.

Pero una acción decisiva para reducir las emisiones de manera rápida, manteniendo el aumento de la temperatura total lo más bajo posible, puede reducir en gran medida los riesgos de cruzar más umbrales peligrosos que pondrían al planeta en un riesgo aún mayor, según un nuevo reporte del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), recientemente publicado.

Las emisiones de combustibles fósiles se deben reducir de manera inmediata y drástica para evitar más cambios climáticos catastróficos, además de la implementación de proyectos de descarbonización en diferentes ámbitos.