El pasado jueves se llevó a cabo en la ciudad portuaria sudcoreana de Busan una de las reuniones más relevantes del escenario internacional: los líderes de China y Estados Unidos, las dos potencias más influyentes del planeta, se encontraron frente a frente.
El encuentro no solo representó un diálogo entre las economías más poderosas y militarmente equipadas, sino también una negociación estratégica sobre recursos clave como minerales críticos, tecnologías avanzadas y monedas en tensión.
Xi Jinping llegó a la reunión con Donald Trump en Busan con una posición fortalecida por los vastos recursos materiales de China, que contrastan con ciertas carencias estadunidenses.
La relación se vuelve aún más delicada por el peso de sus respectivas monedas y las tensiones geopolíticas: mientras China mantiene su mirada sobre Taiwán, Estados Unidos refuerza su influencia en América Latina.
A pesar de las diferencias, el comercio bilateral sigue siendo vital para ambos.
En el tablero global China busca alianzas con Rusia y otros países del bloque BRICS, mientras que Estados Unidos mantiene vínculos con Europa.
La competencia monetaria se intensifica con movimientos que buscan debilitar al dólar y explorar alternativas como las criptomonedas. Sin embargo, el dólar sigue siendo, aunque debilitado, la moneda dominante.
México, como socio estratégico de Estados Unidos, debe observar con atención los resultados de esta cumbre. Temas como el tráfico de opioides, la Inteligencia Artificial (IA) y el comercio exterior también estuvieron sobre la mesa.
Mundo interconectado
En paralelo, la Unión Internacional de Abogados (UIA) celebra su congreso en Guadalajara, donde se abordarán temas clave como la mediación internacional, los tratados de libre comercio y la reforma judicial mexicana, que ha generado preocupación entre juristas independientes.
Finalmente, en el ámbito local, la mediación entre productores y transportistas de limón se vio afectada por la ausencia de los principales actores.
Como suele ocurrir, quienes más pierden en estos conflictos no resueltos son los consumidores.
En un mundo interconectado, la mediación —ya sea entre potencias o en mercados locales— se vuelve una herramienta indispensable para evitar rupturas y construir soluciones sostenibles.

