CÓMO DESHACERSE DE LAS BANDAS CRIMINALES MEXICANAS

Ricardo B. Salinas
Columnas
Ricardo Salinas Golf Huatulco Blog

No es una exageración decir que las bandas criminales mexicanas son hoy más poderosas que las policías del país. Podría argumentarse, aunque no es totalmente cierto, que estos grupos criminales podrían enfrentarse incluso al Ejército Mexicano en un plano de casi igualdad. Esta es una situación que debe corregirse si se quiere salvaguardar la prosperidad, el desarrollo e incluso las vidas de los mexicanos inocentes.

Desde un punto de vista anarco-capitalista, la forma más alta del libertarismo, uno podría tomar la actitud de cuestionar por igual a ambas partes; decir que tanto los unos como los otros son bandas organizadas, solo que unos tienen mayor legitimidad que los otros, en buena medida por una mejor labor de relaciones públicas, pero no por una razón fundamental. Las dos extraen recursos de gente inocente a través de la coerción. Unos les llaman “impuestos”, los otros cobros por extorsión o por derecho de piso. No hay una diferencia real entre los dos.

Esta filosofía, sin embargo, la defiende solo un 1 por ciento de todos los libertarios. ¿Cuál es la posición del otro 99 por ciento de quienes mantienen que sólo puede justificarse un gobierno muy limitado? Estamos hablando de quienes consideran que el gobierno debe limitarse a financiar ejércitos para proteger a la población ante invasiones extranjeras, policías para detener a ladrones, violadores, asesinos y similares, y tribunales para distinguir entre culpables e inocentes y para proteger la libertad de empresa y los derechos personales y de propiedad. A esto se le llama libertarismo.

Opción

Desde esta perspectiva, ¿cuál debería ser la mejor manera de enfrentar a estas bandas del crimen organizado que están abusando de tantas personas inocentes? La solución no es, ciertamente, darles “abrazos”. Son criminales y deben ser tratados como corresponde, esto es, con dureza. Debemos suponer que el gobierno mexicano está haciendo su mejor esfuerzo para cumplir con este objetivo. ¿Hay alguna opción que no requiera más dinero público, soldados y armas de avanzada tecnología? Sí la hay.

Hay que legalizar las drogas. Todas las drogas, sin excepción. El estado de Oregon, en la Unión Americana, ya ha tomado algunos tímidos pasos en esa dirección. La recomendación al gobierno mexicano sería impulsar este civilizado plan más allá, mucho más allá. La legalización debe incluir absolutamente todas las drogas (adictivas).

¿Cómo ayudará esto a socavar el poder y el dinero mal habido de las bandas criminales mexicanas? Es muy sencillo: un monto significativo de sus recursos financieros emana de esta sola actividad. Dirigir una pandilla de malandros requiere de dinero, de mucho dinero. Entre menos recursos tengan estos gánsteres, más débiles serán, y más fácil será que sucumban ante las fuerzas del orden en México.

Quizá esto no suene coherente o siquiera racional. ¿Quién puede querer que haya más drogas circulando en el país? Ninguna persona decente puede desear tal cosa. Sin embargo, como dirían los beisbolistas, no hay que perder de vista la pelota. Las drogas ya están disponibles hoy de manera generalizada. Es difícil pensar que los dañinos efectos de estas sustancias pueden ser peores tras una legalización.

Batalla

Hay, afortunadamente, un episodio histórico ampliamente conocido al que podemos recurrir para aclarar este tema. Las bebidas alcohólicas fueron prohibidas en los Estados Unidos en 1920; la legalización de estos productos luego empezó en 1933. Desde un punto de vista de la salud, cualquier cosa negativa que se pueda decir acerca de las drogas adictivas puede aplicarse al alcohol. Ambos son muy perjudiciales. Durante la Prohibición prosperaron las bandas criminales en los Estados Unidos. Eran las únicas que podían llevar estos productos a un sediento público. La legalización les cortó las alas. Es cierto que las bandas sobrevivieron, pero en una condición muy debilitada por la falta de esta fuente de ingreso.

Algo muy similar podría ocurrir en México bajo una legalización total. ¿Se convertirían los criminales mexicanos en boy scouts o en monaguillos? Por supuesto que no, pero perderían la batalla competitiva frente a las farmacéuticas para llevar estos productos al público. Esto ocurrió con las bandas criminales estadunidenses, que perdieron las batallas contra las empresas de cerveza, vino y licor en ese país.

Una economía de mercado requiere de especialización y de división del trabajo, y las bandas del crimen organizado tienen la capacidad para producir situaciones de violencia, pero no productos de consumo o servicios para el público. Desprovistos de los ingresos de las drogas, presumiblemente incrementarían su involucramiento con el secuestro, el homicidio, la prostitución (que también debería ser legalizada, como en Nevada y muchos países europeos, pero eso es otra historia) y algunas actividades adicionales. Sin embargo, tendrían menores recursos en este régimen legal y serían, por lo tanto, más vulnerables a las acciones de las policías y los militares mexicanos.

“¿Hay alguna opción que no requiera más dinero público, soldados y armas de avanzada tecnología?”

Violencia

Esta es una buena solución desde un punto de vista teórico, pero no es realista en términos prácticos. Hay muchos obstáculos para aplicar esta solución. Si México legalizara todas las drogas, como proponemos, no solo se convertiría en un paria internacional, sino que la medida proporcionaría la mejor excusa posible para los repugnantes políticos que promueven los peores sentimientos patrioteros de la población estadunidense.

Las propuestas de promover un cambio de régimen, una invasión y un bombardeo del “narcoEstado mexicano” encontrarían un pronto respaldo. Peor aún, los políticos en México que apoyaran la legalización pronto desaparecerían, y no sería porque súbitamente quisieran todos irse de vacaciones. La ONU tendría un ataque cardiaco al condenar a esta nación renegada.

Así que México no tiene más opción viable que desentenderse de las operaciones del narcotráfico… exactamente lo que hacen los gobiernos de Estados Unidos, Europa y de la mayoría de los países del mundo.

Sin embargo, la violencia criminal es un asunto completamente diferente que tiene que lidiarse con mano de hierro a nivel local. Tristemente, el modelo Bukele es muy eficaz para esto. Toma su nombre de Nayib Bukele, el presidente de El Salvador que redujo radicalmente la tasa de homicidios y el poder de las bandas criminales en su país usando técnicas que serían cuestionadas severamente, por no decir más, por las asociaciones de defensa de derechos humanos en los dos países. Sin embargo, las situaciones desesperadas requieren remedios drásticos.

Antes de que esta política de “Encarcélalos y tira la llave” se empezara a aplicar en 2019, la tasa de homicidios en El Salvador era de más de 38 por cada 100 mil habitantes. Unos años antes había alcanzado 106. Después de que se aplicó la estrategia, la cifra se desplomó a 8 y ahora puede haber llegado a 2.4 anual. No puedes cocinar unos huevos revueltos sin quebrar algunos huevos.

Le deseamos buena suerte al gobierno de México en sus esfuerzos por liberar a sus gobernados de esta maldición.