Parece difícil de creer que un gobierno que se dice de izquierda, que ha proclamado que México es “el país más democrático sobre la faz de la Tierra” y que afirma que al llegar una mujer al poder “llegamos todas” se haya incomodado tanto por el anuncio de que el Premio Nobel de la Paz se entregará este año a María Corina Machado, una mujer que ha luchado 20 años contra la dictadura criminal de Venezuela.
Este 10 de octubre, poco después de que se dio a conocer el anuncio, la presidenta no supo cómo reaccionar en su mañanera. La primera vez que le preguntaron sobre el tema respondió: “Nosotros siempre hemos hablado de la soberanía y autodeterminación de los pueblos. No solamente por convicción, sino porque así lo establece la Constitución”.
Era una evasiva, pero además incongruente, porque apenas unos momentos antes Sheinbaum había declarado, ante una pregunta sobre la inhabilitación de la presidenta Dina Boluarte, de Perú: “Bueno, ustedes saben que nosotros consideramos que fue un golpe de Estado el que destituyó al presidente (Pedro) Castillo. Nuestra solidaridad siempre con él”.
La soberanía y autodeterminación de los pueblos, al parecer, no se extienden a la decisión soberana del Congreso de Perú para destituir y procesar a Castillo precisamente por un intento de golpe de Estado. Cuando le volvieron a preguntar sobre el Nobel a Corina, la presidenta respondió: “Sin comentarios”.
Parece que le molestó el premio. Esto se hizo más evidente por el alud de artículos y mensajes negativos en medios y redes sociales del ejército de comentaristas del gobierno. Parecía que el peor pecado que podía cometer una mujer era oponerse a una dictadura sangrienta.
Sospechoso
La dictadura de Nicolás Maduro, que sucedió al gobierno autoritario de Hugo Chávez, ha sido más sangrienta incluso que la de Augusto Pinochet en Chile de 1973 a 1990.
La Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura de Chile determinó en 2011 que el régimen de Pinochet dejó un saldo de tres mil 65 muertos y desaparecidos. La organización de derechos humanos Provea, por otra parte, ha registrado diez mil 85 asesinatos de las fuerzas de seguridad de Nicolás Maduro entre 2013 y 2023. Las cifras hoy son más altas: por lo menos 24 manifestantes fueron asesinados por protestar después de las fraudulentas elecciones de julio de 2024 y unas dos mil personas fueron detenidas.
No todos los gobernantes de izquierda están dispuestos a cobijar a Maduro. Gabriel Boric, presidente de Chile, militante de izquierda, afirmó este 15 de octubre en la Cámara de Comercio de Roma, Italia: “Las dictaduras y los líderes autoritarios cruzan fronteras para imponer el miedo cuando creen que lo pueden hacer impunemente. En Chile tenemos el caso del asesinato de un exmilitar venezolano… y uno de los sospechosos es el mismo régimen de Nicolás Maduro”.
Boric se refirió a Maduro como dictador y añadió: “Es importante decir desde la izquierda que no podemos perder de vista que los desvíos autoritarios pueden estar a la orden del día en cualquier lado. Y que la defensa de la democracia tiene que ser sin dobles estándares”.
Es triste que nuestra presidenta, que se precia de ser de izquierda, humanista y demócrata, se muestre tan incómoda ante el reconocimiento de la lucha de María Corina contra una sangrienta dictadura. Quizá nos quiere decir que, a pesar de las promesas de López Obrador de que la 4T no construiría una dictadura como la de Venezuela, ese es realmente el propósito del régimen.