Procure recordar que la tolerancia se convierte en un crimen cuando se tiene tolerancia con el mal.
Thomas Mann
En distintas plataformas y redes sociales existen usuarios que se dedican a seguir, compartir, comparar y hasta se llegan a obsesionar con contenido de crímenes reales. Hay personas que revisan investigaciones, comparten teorías y hasta crean formas de apego con tanto las víctimas como con los perpetradores, pero ¿qué impulsa esta compulsión por consumir y compartir tragedias reales?
Un nuevo estudio realizado por Kathryn D. Coduto en Psychology of Popular Media analiza cómo el uso de las redes sociales influye en la forma en que las personas se involucran en casos de crímenes reales.
El estudio revela que cuanto más fácil resulta publicar en una plataforma, más se preocupan los usuarios por los casos, lo que a su vez los lleva a publicar sobre aquellos que les interesan aún más.
Según las conclusiones del estudio esta fijación y la facilidad de comunicación pueden profundizarse hasta convertirse en una implicación compulsiva y en sentimientos cada vez más negativos.
En el estudio participaron 280 adultos, a los que primero se les preguntó qué plataforma utilizaban con más frecuencia para seguir las noticias sobre crímenes. A continuación, los participantes valoraron en qué medida estaban de acuerdo con una serie de afirmaciones que evaluaban sus experiencias en las redes sociales: la facilidad para compartir, recibir o verificar información, y el grado de absorción mental que les provocaban las noticias sobre crímenes que seguían.
También se les preguntó qué grado de control sentían que tenían sobre su uso de las redes sociales y si alguna vez habían sentido la necesidad de publicar actualizaciones sobre los casos que les interesaban.
Asimismo, se examinaron las relaciones parasociales, es decir, las conexiones imaginarias que los participantes establecían con las víctimas o los autores a través de las redes sociales. Por último, el estudio evaluó las consecuencias negativas de la participación, incluyendo en qué medida perturbaba la vida cotidiana de las personas, generaba emociones negativas y contribuía al deseo de desconectarse totalmente de las redes sociales.
Perder el control
Las personas que consideraban que era fácil compartir información en la plataforma que habían elegido tendían a preocuparse más mentalmente por las noticias sobre delitos, en algunos casos comprobando con mucha frecuencia si había novedades.
Esto estaba estrechamente relacionado con el uso compulsivo general de las redes sociales y con la tendencia a publicar impulsivamente sobre casos delictivos: cuanto más se obsesionaban las personas con una noticia, más probabilidades tenían de perder el control sobre el tiempo que pasaban en internet o la frecuencia con la que publicaban.
Aquellos que sentían una conexión personal con las víctimas o los autores eran más propensos a publicar compulsivamente sobre los casos. Este apego intensificaba la preocupación: las personas que se sentían emocionalmente involucradas en una historia tendían a buscar actualizaciones con más frecuencia, publicaban de forma más impulsiva y les costaba desconectarse. En otras palabras, cuanto más fuerte era la relación percibida, más profundo era el atractivo sicológico del caso.
Tanto esto como el uso compulsivo de las redes sociales tuvieron efectos negativos en la vida cotidiana de los usuarios, causando trastornos y angustia, y haciendo que las personas sintieran la necesidad de desconectarse por completo de las redes sociales.
Los resultados del estudio muestran las desventajas de lo que Coduto y su equipo describen como “fandom forense”. Los crímenes reales suelen posicionarse como entretenimiento, pero la imagen que pinta el estudio no es especialmente agradable: la implicación compulsiva puede provocar trastornos en la vida cotidiana, angustia emocional y la necesidad de desconectar.
Y a ti, ¿te gusta seguir este tipo de casos?

