CUENTOS PARA LA NAVIDAD (2)

Navidad
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Odio la navidad.  El Grinch

5. Metamorfosis inversa

Primero se cayó una antena, luego la del otro lado; las diminutas alas que no servían de nada desaparecieron, el caparazón se esfumó casi como un acto de magia. La voz regresó paulatinamente hasta encontrar su tono, su cadencia, su estilo.

Cuando Gregorio Samsa despertó, estaba debajo de su cama, en su habitación, regresaba de una pesadilla, empezó a gritar el nombre de sus padres y el de su hermana Grete.

¡Grete, he regresado! ¿Dónde están todos?

¡Nadie respondió!

Al salir de su cuarto no encontró nada; todos se habían ido.

6. Nemo y el pulpo en su tinta

El capitán García era el encargado de controlar el primer submarino nuclear de la Armada de Estados Unidos, que tuvo por nombre Nautilus en honor a la novela del escritor francés Julio Verne. Sus padres eran campechanos (la ciudad amurallada, Campeche), pero emigraron cuando él era un niño. Experimentado marinero y por su alto desempeño en la Marina, le dieron como premio ser el capitán de la embarcación. Hicieron el primer viaje al Polo Norte; en el camino se toparon con un pulpo gigante. No fue un calamar, como dice la historia, fue un cefalópodo de ocho tentáculos. García llevó a la nave a la superficie y con su espada de la Marina logró matarlo, cortando sus tentáculos; tomó varios de ellos y le sacó la bolsa de tinta; los metió dentro del submarino. La tripulación tuvo esa noche pulpo en su tinta con arroz blanco*. Era un platillo que su mamá sabía cocinar y que le enseñó cuando era joven. Desde entonces lo comenzaron a apodar Capitán Nemo.

*El origen del pulpo en su tinta es de Campeche, un platillo típico de la región.

7. Sherlock Homeless

Cuando el célebre detective no estaba trabajando en algún caso gustaba de tocar el violín. Lo hacía bien, pero se obsesionaba fácilmente con alguna obra. Quería sacar a la perfección la pieza de Niccolo Paganini, Capricho Nº 24, considerada la más difícil de ejecutar por sus notas dobles, pizzicato con la mano izquierda y un arco spiccato exigente. Fue tal su obsesión, que comenzó a consumir primero morfina para calmar su ansiedad; después cocaína; y, finalmente, le entró al fentanilo. Su compañero y amigo, el doctor Watson, desaprobaba esa conducta; al detective le valía madres. Se llegó a perder en las calles de Londres. Viajó a China de incógnito. Su amigo no pudo dar con él, aunque lo buscó por todas partes. A Sherlock lo vieron deambular por las calles de China, enfundado en un abrigo raído, con el pelo largo y la barba de años; ahora se le conoce como Sherlock Homeless.

8. Blancanieves y los siete enanos

Ella se llamaba Restituta Santoyo. Era una prostituta de las afueras del pueblo, que mareaba a sus clientes dándoles coca en polvo para que la experiencia fuera, decía ella, más placentera. La llamaban Blancanieves (por obvias razones). Sus habilidades amatorias y la mezcla con el ácido eran una bomba en el pueblo; los hombres y algunas mujeres acudían con regularidad al prostíbulo. Su contrincante, una madona, estaba furiosa; tenía un espejo mágico al que le preguntaba seguido: “¿Quién es la mujer más bella y la más puta?” El espejo siempre contestaba lo mismo: “¡Restituta es la más puta!” Así es que, cansada, mandó matar a Resti, como le decían sus más allegados. Un amigo de Resti le fue a avisar. Restituta salió huyendo pero se llevó dos kilos de cocaína. Anduvo por el bosque un par de horas hasta encontrar una pequeña cabaña. Se introdujo en ella, juntó siete diminutas camas y se echó a dormir, estaba muy cansada. Al cabo de unas horas los dueños de la casa llegaron y encontraron la coca en la mesa; se dieron un festín. Restituta despertó y comenzaron a coger; se los cogió a todos. Los enanos quedaron encantados y aceptaron que se quedara con ellos. Pasaron varios meses y ella se embarazó de una bebé preciosa. Restituta les contó lo que le había sucedido. El enano Gruñón dijo que lo mejor era llevar a la bebé a la cueva para protegerla, pues había oído que unos narcos andaban buscando a una mujer que los había robado. Así lo hicieron. Una semana después los narcos encontraron a Restituta en la casa de los enanos y la balacearon hasta dejarla como coladera de cocina; las paredes se llenaron de sangre. En ese momento solo estaba ella, por lo que la bebé no corrió peligro. Al paso de los años la niña creció fuerte y hermosa, se dedicó al oficio de su madre con la aprobación de los siete ancianos enanos. La historia comenzó de nuevo.

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