CULTURA POPULISTA

“El presupuesto para cultura sufre un desplome sin precedentes”.

Cultura populista México
Columnas
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Desde hace años lo he repetido: a la autodenominada “cuarta transformación” le vale madres la cultura. Esto se puede apreciar en diversas decisiones que se han tomado en los últimos siete años. Lo paradójico es que la mayoría de quienes integran los subsectores del mismo creyeron las mentiras del entonces candidato y confiaron en que vendría una época luminosa para el sector. Muy pronto cayeron en cuenta de que los habían engañado vilmente.

Un primer dato revelador es el presupuesto asignado al sector. Con base en información de Rafael Ramírez, “el presupuesto destinado a la cultura en México ha sufrido un desplome sin precedentes bajo la administración de Morena, acumulando un déficit real de seis mil 992 millones de pesos en los últimos siete años, según denunció el PRI”.

Continúa diciendo: “La situación en los estados es aún más alarmante. En 2025, las entidades federativas recibirán solo 1.5 millones de pesos para proyectos culturales, una reducción drástica respecto de los 32 millones de pesos que se destinaban a cada estado entre 2008 y 2018”.

En música vemos un sesgo populista que se esconde en un falso nacionalismo. El 26 de junio de 2022 el gran director de orquesta mexicano Carlos Miguel Prieto se despidió de la Orquesta Sinfónica Nacional, después de haber estado al frente de la misma durante 15 años. Los motivos oficiales fueron fuegos de artificio. La verdadera razón es que le querían imponer al maestro programas que incluyeran más obras de raigambre folclórica o autóctona, y menos repertorio clásico.

El 8 de junio pasado estuvo en la sala principal del Palacio de Bellas Artes el extraordinario tenor mexicano Arturo Chacón, en una gala con motivo del vigésimo quinto aniversario del inicio de su brillante carrera. Y todo iba muy bien, hasta que llegó la segunda mitad del concierto conmemorativo. En efecto: en la primera parte vimos y escuchamos arias e intermezzos de Carmen, de Bizet; Turandot y Macbeth, de Verdi; y Manon Lescaut, de Puccini. Un auténtico portento de voz y presencia escénica. La ovación no se hizo esperar. Pero para la segunda parte nos tuvimos que recetar una serie de zarzuelas como La boda de Luis Alonso, de Giménez; La dolorosa, de Serrano; así como piezas de José Alfredo Jiménez, Agustín Lara y hasta de José José. La gente, feliz, con la luz de su teléfono móvil coreaba las canciones y se movía como si estuviera en un concierto de rock en el Auditorio Nacional o escuchando canciones de antaño en el Teatro Blanquita. Todo en aras de llenar la sala y de hacer llegar la cultura (su cultura) a más gente.

Prioridad

Pues bien, el pasado lunes 3 de noviembre se presentó, también en Bellas Artes, la joven y estelar soprano estadunidense Nadine Sierra, con una gracia, voz y belleza incomparables. Fue todo un espectáculo.

Aquí también tuvimos una primera parte bellísima con arias de Romeo y Julieta, de Charles Gounod; La Rondine, de Puccini; Don Pasquale, de Donizetti; Las bodas de Fígaro, de Mozart; y hasta Sempre libera, de La Traviata, de Verdi. Standing ovation!

Pero para la segunda mitad fuimos de zarzuelas a Summertime; de Porgy and Bess, de Gershwin, pasando por Estrellita, de Manuel M. Ponce, hasta aterrizar en Cielito lindo, con un coro monumental y desafinado de todo el público presente en la sala. Ella salió “en hombros” pero queda esa sensación de que en la nueva “política cultural” el populismo tiene prioridad sobre la ortodoxia de mantener cada cosa en su tiempo y lugar.

En mi próxima entrega me referiré al desastre que han armado en los medios públicos del Estado mexicano, por sus absurdas filias y fobias.

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