Hace unas cuantas semanas se hizo muy viral el artículo de Chanté Joseph en Vogue titulado ¿Por qué ya NO está de moda tener novio?, y la discusión que incendió en redes sociales apunta a un síntoma cultural clave: el impacto de las plataformas digitales sobre nuestras decisiones relacionales.
El texto de Vogue señala que existe una profunda desconfianza en la pareja. Esta sospecha se refleja en cómo las mujeres jóvenes gestionan sus redes; cada vez es más común que tapen o minimicen la presencia de su pareja en sus publicaciones, una mano en la palanca de velocidades, la espalda de alguien o incluso he visto a amigas poniendo emojis en la cara de su novio. Es como si quisieran borrar el hecho de que existen, sin dejar de publicar que están en una relación.
Este fenómeno no es solo una aversión al performance romántico sino además una declaración de vergüenza sutil, una forma de no validar una relación que, en el imaginario colectivo, tiene demasiadas probabilidades de ser una decepción.
Aquí está el meollo del asunto: las redes sociales han convertido las relaciones en mercancía de exhibición constante y, por ende, de juicio público. Antes la vergüenza de una mala pareja o de un engaño era un asunto privado; hoy el feed es el nuevo confesionario.
Y es que leí muchos comentarios de que las mujeres suelen ocultar su relación por el temor a ser engañadas o que la relación exhibida sea objeto de burla. La tendencia es clara: la vergüenza recae en exponer una mala elección, una decisión que será castigada por la comunidad.
Brújula
El problema central no radica en la existencia del novio, sino en la decepción activa que genera un hombre que te hace sentir que has fallado en tu propia elección. La mujer moderna no es ingenua; ha calculado fríamente el costo real —en tiempo, energía y desgaste emocional— que una relación fallida exige. Al contrastar ese agotamiento con la integridad y los beneficios de la independencia, la decisión es puramente racional: ella elige proteger su narrativa personal y su estabilidad emocional del alto riesgo que implica la elección de una mala pareja.
La vergüenza que sentimos al publicar o exhibir a nuestra pareja es un llamado de atención claro y urgente a reconsiderar la relación, porque no es normal.
Este sentimiento opera como una brújula interna: si algo no te hace sentir segura al momento de compartir a tu pareja, es porque hay algo que está mal en la relación que estás protegiendo. Esa vergüenza es la señal inequívoca de que debemos reconsiderar la elección de tener esa pareja.

