DEL DEPARTAMENTO DE DEFENSA AL DEPARTAMENTO DE GUERRA

“Evolución de las relaciones civiles-militares”.

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El pasado viernes 5, hacia las 19:00 horas locales de la ciudad de Washington DC, se daba a conocer por la vocería de la Casa Blanca la Orden Ejecutiva del presidente Donald Trump para cambiar de fondo el nombre de una estructura clave en el sistema político y militar de su país: creado con el Acta de Seguridad Nacional en 1947, con la firma del presidente Harry Truman, el Departamento de Defensa, junto con la Agencia Central de Inteligencia, la Oficina del Consejo de Asuntos de Seguridad Nacional, la Presidencia del Estado Mayor Conjunto y la Ley de Seguridad Nacional, le darían forma a la nueva política exterior y militar de ese país. Y con ello a la dinámica de la Guerra Fría.

Previamente, en México, el 25 de octubre de 1937 se creaba la Secretaría de la Defensa Nacional, adelantándose exactamente diez años al pensamiento militar y estratégico estadunidense. Así se actualizaba al Ministerio y Secretaría de Guerra y Marina, una de las dependencias que nacieron con el Estado mexicano desde su primer día como nación libre y soberana.

Este dato no solo es para una notable efeméride, sino también una referencia respecto de la formulación de un pensamiento militar y estratégico mexicano que comprendió el ajuste indispensable del Estado posrevolucionario. Pasar del concepto de Guerra al de Defensa implicó, en nuestro caso, un ajuste de fondo respecto de las condiciones y recursos para preservar la integridad de la nación.

Con estos antecedentes en cuanto a la evolución de las relaciones civiles-militares en ambos países, y contando con la indisoluble relación (con sus ventajas y desventajas), el hecho de pretender ajustar en Estados Unidos el nombre del Departamento de Defensa para cambiarlo por Departamento de Guerra es mucho más profundo que la mera denominación. Como he señalado en anteriores entregas, las palabras cuentan (tal como se denominó un importante programa del gobierno de Noruega en 2011, orientado a neutralizar el radicalismo político que termina en acciones de violencia asesina). Y de nueva cuenta nos permiten valorar la gravedad de la iniciativa de Trump, aunque aún falta la aprobación del Capitolio.

Creciente presión

De cualquier manera, y a su estilo, ya el sitio y dirección de internet del Departamento de Defensa cambió a www.war.gov.us, con lo cual se dio un paso sustancial respecto de lo que es y será la norma en la política exterior de Estados Unidos en cuanto a los desafíos que se estimen para sus intereses locales y globales.

Recordemos, por ejemplo, que desde el 20 de febrero de este año seis organizaciones criminales mexicanas han sido clasificadas formalmente como terroristas extranjeras, con lo que las Fuerzas Armadas de EU cuentan con recursos jurídicos e institucionales para combatirles incluso fuera de sus fronteras.

Aunque dicha posibilidad es remota, la admonición y constante alusión del propio Trump y de su equipo a dicha opción suma una creciente presión al gobierno mexicano en lo que hace a la seguridad fronteriza y el tráfico de drogas.

El original Departamento de Guerra de EU funcionó de 1789 a 1947, creado con el objetivo de organizar, administrar y adiestrar a las Fuerzas Armadas del entonces naciente país. Con el paso de los años quedó subordinado a las directrices del Departamento de Estado, formando parte de los recursos fundamentales para proyectar los intereses norteamericanos más allá de sus fronteras.

La propuesta de retomar la denominación original representa, sin lugar a dudas, lo que será una consistente presencia de Estados Unidos en los escenarios de conflicto que estimen en la Casa Blanca como prioritarios, de Venezuela a Irán, de Groenlandia a Ucrania…

El regreso del más puro y clásico estilo del intervencionismo está con nosotros.

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