LA DIPLOMACIA MILITAR MÉXICO-ESTADOS UNIDOS

Diplomacia militar
Columnas
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La historia militar entre ambos países ha sido difícil. Dramática en varios episodios. Cabe recordar, por ejemplo, que el Heroico Colegio Militar y la Heroica Escuela Naval Militar, llevan esa denominación conferida por el Congreso de la Unión a partir de hechos de armas para resistir sendas invasiones de Estados Unidos: Chapultepec el 13 de septiembre de 1847 y el Puerto de Veracruz el 21 de abril de 1914.

Por supuesto, las tensiones durante la Revolución Mexicana alcanzaron su clímax durante la invasión a Chihuahua, conocida con el eufemismo de Expedición punitiva, del 14 de marzo de 1916 al 7 de febrero de 1917.

Los últimos soldados estadunidenses salieron de suelo mexicano tan solo dos días después de que en la ciudad de Querétaro se promulgó la actual Constitución.

Los ajustes y dinámica internacionales, consecuencia directa de la Segunda Guerra Mundial y de la Guerra Fría, de forma gradual, pero con sobresaltos, habrían de acercar posiciones entre los gobiernos de México y Estados Unidos, y por lo tanto de sus respectivas Fuerzas Armadas.

Un dato sustancial a considerar en la historia del pensamiento militar mexicano es la creación de la Secretaría de la Defensa Nacional el 25 de octubre de 1937. Esto es relevante, pues en el caso de Estados Unidos será hasta el 26 de julio de 1947, con la firma del Acta de Seguridad Nacional, que se dará forma al poderoso Departamento de Defensa. Un adelanto de diez años en la concepción y aplicación de la defensa nacional, a favor del pensamiento y doctrina militares de México.

Las fechas, eventos históricos y datos arriba proporcionados de manera más que resumida, aportan elementos para un análisis que permita comprender la relevancia que implica la diplomacia militar entre México y Estados Unidos, por lo menos en cuanto a lo que llevamos del siglo XXI.

Ajuste

La creación del Comando Norte (USNorthcom), el 25 de abril de 2002, como consecuencia directa de los atentados del 11 de abril del año anterior, implicó un profundo ajuste de la política militar, de defensa y seguridad nacional de ese país, que repercutiría en el mundo y llega hasta nuestros días.

En cuanto a la diplomacia militar en las democracias liberales, la reciente reunión del Grupo de los 7 en Canadá los días 16 y 17 de junio, con invitados especiales, entre ellos, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, es un estupendo referente para señalar que esas siete potencias económicas e industriales también lo son en términos militares y representan sistemas políticos democráticos, plurales y alternantes. Es decir, que reúnen las condiciones que les permiten tener un papel preponderante en la compleja dinámica de los juegos de poder en el mundo.

Pero hay un dato adicional: a excepción de Japón, las otras seis forman a su vez parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

En el ámbito de una presidencia en Estados Unidos que ha comenzado con una serie de medidas que por mucho rebasan la calificación de disruptivas, las que se refieren a la seguridad nacional de ese país, así como las decisiones de política militar, incluyendo el desfile con motivo del 250 aniversario de la creación del Army o Ejército de Tierra, el mismo día del cumpleaños número 79 de Donald Trump (14 de junio), surge una serie de especulaciones promovidas incluso desde el mismo gabinete presidencial.

Por ejemplo, y de forma destacada, la eventual intervención de sus Fuerzas Armadas en territorio mexicano para liquidar a las estructuras criminales, seis de ellas calificadas como Organizaciones Terroristas Extranjeras (FTO).

Las constantes y periódicas reuniones entre mandos y comandantes de Fuerzas Armadas de ambos países, como la realizada en el Centro Nacional de Adiestramiento en Santa Gertrudis, Chihuahua, los días 27 y 28 de mayo y las del pasado 27 y 28 de junio en el Comando Norte, con sede en Colorado Springs, conforme a la información difundida.

Las relaciones y diplomacia militar, alejadas de las coyunturas políticas, guardan una prudente y discreta observancia, que a la postre beneficia a la estabilidad política y social de sus respectivas democracias. Este es un valor a considerar en un contexto convulso y hasta imprevisible, en tanto persiste el desarrollo de conflictos armados en distintas partes del mundo.

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