DIPLOMACIA: MOVIMIENTOS EN LOS BLOQUES GEORREGIONALES

“Contexto propicio para la consolidación de potencias regionales”.

Javier Oliva Posada
Columnas
DIPLOMACIA

Luego de la reunión del Grupo de los 7 (G7) en Hiroshima, que consignamos aquí mismo en la colaboración anterior, distintas acciones de países con vocación y capacidades de influencia que fueron invitados a ese encuentro —Brasil entre ellos— permiten observar que el escenario internacional registra reacomodos y realineamientos trascendentes.

En la semana que recién concluyó, por ejemplo, la convocatoria del presidente Luiz Inácio Lula da Silva para congregar a once mandatarios sudamericanos fue una muestra.

Intensa fue la polémica generada a raíz de las afirmaciones del mandatario brasileño a propósito de una postura casi benevolente respecto de las claras evidencias autoritarias y de restricciones a las expresiones democráticas en Venezuela.

Tanto creció la polémica, que el presidente de Chile, Gabriel Boric, al hacer uso de la palabra en las sesiones plenarias no dudó y con firmes argumentos señaló que el gobierno de Nicolás Maduro se encuentra muy lejos de los ideales propios de la convivencia, la tolerancia y en general de las libertades que a cualquier sistema democrático caracteriza.

Así las cosas, de cualquier manera, Brasil demostró una gran capacidad de convocatoria en esa parte del continente americano, a la vez que marcó una diferencia con el gobierno del expresidente Jaír Bolsonaro mediante lo que el propio Lula denomina como “el regreso de Brasil al mundo”.

Es indudable que la reunión convocada en Brasilia va en lógica consonancia con la invitación formulada por las potencias económicas del G7. Pero además debe considerarse un aspecto central y que denota un sustancial matiz en cuanto a la manera en que se percibe y actúa frente a la invasión rusa a Ucrania, principal causa de preocupación en la reunión en Japón.

Polémica

Muy lejos de la condena y adopción de medidas restrictivas, de castigo o bloqueo económico, el presidente de Brasil persistió en su muy criticado plan de paz para ese conflicto, sobre todo considerando que la presencia militar rusa en territorio soberano de Ucrania hace imposible e innegociable cualquier propuesta de paz.

En este sentido, Volodímir Zelenski, presidente de Ucrania, desde luego que se refirió con críticas a los argumentos y propuestas de Da Silva, en tanto que Brasil no padece los severos y dramáticos efectos de la destrucción y la muerte de miles de civiles inocentes.

La reverberación de esa intensa dinámica internacional también alcanzó a la política exterior de México. El mismo Zelenski, como resultado de la polémica desatada en el encuentro de presidentes sudamericanos, aludió a la postura del gobierno del presidente López Obrador para subrayar que le parece inexplicable la tibieza e incluso indiferencia con la que varios gobiernos latinoamericanos tratan la compleja situación del pueblo ucraniano.

Es obvio que en los diversos e influyentes circuitos de poder se ha tomado nota de cada uno de los eventos y pronunciamientos, en tanto se perfila la prolongación del conflicto bélico y con ello una ampliación geográfica del mismo.

El contexto es propicio para la consolidación de potencias regionales: además de Brasil están China, India, Australia, Indonesia y Sudáfrica (ya se ha anunciado, también por parte de Brasil, la reconstitución del antiguo bloque BRICS, aunque sin el protagonismo e inclusión de Rusia, por el momento).

Y en medio del proceso electoral en Estados Unidos y los acomodos de nuevas fuerzas políticas en la Unión Europea (las elecciones en España, entre otros casos) se facilita esa propensión.

La gran incógnita es: ¿dónde se ubicarán México y la proyección de sus intereses y poder nacionales?