FRANCIA ARDE

“Es probable que los disturbios polaricen aún más la política francesa”.

Lucy Bravo
Columnas
FRANCIA DISTURBIOS

Lo que debió ser una infracción de tránsito de rutina se ha convertido en una serie de protestas, disturbios y vandalismo que han sacudido a Francia. Pero esto a su vez ha arrojado luz a las tensiones que aquejan a la sociedad francesa por temas tan diversos como la brutalidad policiaca, la migración y las agendas políticas que están presionando al presidente Emanuel Macron, tanto de izquierda como de derecha.

Todo comenzó cuando un adolescente de 17 años llamado Nahel Merzouk fue asesinado a balazos por la policía después de evadir una detención por conducir sin licencia y en un carril exclusivo de autobús. El saldo hasta el momento es de más de tres mil 200 personas detenidas, dos mil 500 incendios en la vía pública, dos mil vehículos calcinados y 700 bancos saqueados. Se han desplegado más de 45 mil policías de los cuales 500 han resultado heridos.

Por lo pronto la izquierda en Francia está apuntando el dedo al presidente Macron por su falta de resultados en el combate a la pobreza para lograr una mayor integración de más de 10% de la población migrante. No es ningún secreto que los banlieues de Francia concentran a los sectores más desfavorecidos, pero se han invertido miles de millones de dinero público en estas ciudades en la periferia de las grandes urbes. En Nanterre, donde le dispararon a Nahel, está una línea del Metro directa al centro de París. De hecho, Nahel creció junto a la finca de Pablo Picasso, en una calle bordeada por una oficina de correos, una biblioteca pública, campos de deportes y frondosos parques.

Oleadas de disturbios

Por su parte, la ultraderecha asegura que es un problema de una falta de políticas policiales y migratorias más duras. Según Marine Le Pen, presidenta del partido de extrema derecha, Agrupación Nacional, los disturbios son un “problema de autoridad policial” frente a las “hordas salvajes” de migrantes. No importa que Nahel fuera un ciudadano francés, ni que menos de uno de cada diez de los detenidos por violencia o saqueos fuera extranjero, ni que su edad promedio fuera de 17 años.

Sin embargo, no podemos olvidar que esta era una generación francesa nacida después de varias oleadas de disturbios, marcada por los bloqueos de Covid-19 y turbocargada por TikTok y Snapchat. Pero incluso los disturbios pasados contaban con demandas políticas claras: una fue tras la muerte de dos jóvenes musulmanes mientras escapaban de la policía (2005), otra por un aumento en el impuesto al carbono sobre el combustible para motores (2018) y la otra por un aumento en la edad de jubilación (2023). La ira estaba firmemente enfocada en el gobierno. Los disturbios de hoy no están dirigidos contra Macron. De hecho, no deja de llamar la atención que no vemos a jóvenes políticamente organizados sino saqueando tiendas Nike.

A la larga, es probable que los disturbios polaricen aún más la política francesa, sobre todo, cuatro años antes de unas elecciones presidenciales a las que Macron constitucionalmente no puede presentarse. ¿Quién resultará beneficiada? La ultraderecha de Le Pen.

Lexema En la película francesa El odio, de Mathieu Kassovitz, un personaje decía que “el odio es un arma enemiga aunque haya nacido en tu interior” y Francia lo está viviendo en carne propia.