UN DUELO EN LA FRONTERA

“La crisis humanitaria de los migrantes se ha convertido en un botín político”.

Lucy Bravo
Columnas
FRONTERA DUELO

Por primera vez, tanto el presidente Joe Biden como el expresidente Donald Trump parecen estar de acuerdo en algo: la frontera está en crisis. Sin embargo, el viaje de estos rivales políticos a Texas el mismo día, aunque a unos kilómetros de distancia, es todo menos una coincidencia: no, no es la primera ocasión en que ambos visitan la frontera, pero esta sorpresiva parada en sus respectivas rutas electorales se debe a un solo hombre, el gobernador texano Greg Abbott.

Sí, desde la llegada de Biden a la Casa Blanca Abbott lanzó su operación llamada Estrella solitaria para combatir la migración ilegal con soldados de la Guardia Nacional a su disposición.

También colocó boyas con cuchillas como una especie de muro flotante en el Río Grande, alambres de púas, y envió a más de 104 mil migrantes en autobuses a las llamadas ciudades santuarios bajo control demócrata. Algo que el propio mandatario estatal presume en sus redes sociales.

Biden eligió Brownsville, Texas, para denunciar que los republicanos boicotean sus propuestas para asegurar la frontera con tal de culparlo por la crisis migratoria, mientras que a unos 520 kilómetros Trump fijó su mirada en Eagle Pass, que se ha convertido en el epicentro de la dura batalla entre Abbott y la Casa Blanca por el control fronterizo.

Pero al parecer la estrategia de los republicanos y del gobernador de Texas está funcionando no solo para minar el camino de Biden, sino también para reducir el flujo de migrantes; o al menos eso dicen los números: después de alcanzar una cifra récord de más de 250 mil detenciones de migrantes en la frontera en diciembre de 2024, en enero las llegadas de migrantes cayeron a alrededor de 124 mil.

Y en el caso específico de Texas el flujo de inmigrantes se ha ido desviando a otros estados. Tan solo durante la primera semana de febrero la Patrulla Fronteriza promedió más de mil 800 detenciones diarias de inmigrantes en el sector de Tucson, Arizona; y más de mil 200 en el sector de San Diego, California, frente a un promedio en los sectores texanos de 500 en El Paso, 800 en Río Grande y 200 en Del Río.

Lo preocupante es que ahora otros gobernadores también quieran llenar de alambres de púas sus fronteras con tal de anotarse unos puntos políticos.

Estridencia

Desafortunadamente la crisis humanitaria de los migrantes se ha convertido en un botín político y lejos han quedado los días en los que se escuchaba a los candidatos hablar de una reforma migratoria o de la posibilidad de acuerdos bipartidistas en la materia.

En la era de la polarización extrema solo la estridencia parece interesar a los políticos, sin importar los millones de vidas que están en juego.

A esto hay que sumarle que en cualquiera de los dos escenarios del próximo ocupante de la Casa Blanca quienes salen perdiendo son los migrantes, que son utilizados como moneda de cambio no solo a nivel interno en Estados Unidos, sino también a nivel internacional.

Para muestra basta revisar los acuerdos alcanzados con el gobierno mexicano con el extinto programa Quédate en México, el cual solo prolongó el limbo en el que viven muchos migrantes en nuestro territorio.

Por ello no nos puede sorprender que la última parada de ambos candidatos punteros antes del llamado Supermartes sea precisamente la frontera.