DINAMITAR EL BANCO CENTRAL

Sergio Sarmiento
Columnas
BANCO CENTRAL

Durante décadas la discusión entre políticos y economistas se centró en si el banco central debe ser autónomo o una dependencia del gobierno. Javier Milei, quien el pasado 13 de agosto quedó en primer lugar en las primarias presidenciales abiertas de Argentina, tiene otra idea: “Hay que dinamitar el banco central”.

Esta y otras declaraciones de Milei escandalizan a muchos. En pleno siglo XXI muy pocos pueden imaginar una economía sin banco central. Estas instituciones, sin embargo, son una invención reciente. De hecho, la economía de muchos países funcionaba mejor antes de su creación.

El Banco Central de la República Argentina se fundó en 1935, cuando ese país tenía todavía una de las economías más prósperas del mundo. Poco antes, en 1925, se creó el Banco de México. La Reserva Federal (Fed) de EU data de 1913; el Banco Nacional de Suiza de 1905; el Banco de Inglaterra se creó en 1694, como banquero del gobierno inglés, pero no asumió funciones de banco central hasta el siglo XX. De hecho, solo tiene el monopolio de emitir moneda en Inglaterra y Gales; en Escocia e Irlanda del Norte varios bancos privados lo hacen. El Bundesbank de Alemania se estableció en 1957, aunque fue precedido por el Reichsbank de 1876 a 1945.

Casi todos los países tienen bancos centrales, pero hay por lo menos cuatro excepciones: Panamá y Micronesia, que utilizan el dólar estadunidense como moneda, y Andorra y Mónaco, que emplean el euro.

Inflación

La mayoría de los bancos centrales detentan un monopolio sobre la emisión de moneda y tienen como mandato legal el control de la inflación, pero esta ha sido superior desde su creación. Y hay una razón muy importante. Los bancos privados solo emitían pagarés intercambiables al portador cuando tenían recursos para cubrirlos. Los bancos centrales, en cambio, pueden emitir dinero de manera discrecional a petición del gobierno. Y la emisión discrecional de dinero genera inflación.

Esto lo saben bien los argentinos, que sufren una inflación superior a 115% anual. Venezuela llegó a tener un registro de 65,374% en 2018. Incluso en países que presumen de mayor responsabilidad financiera, como EU, la Fed emitió grandes cantidades de dinero en los últimos años y produjo la gran escalada inflacionaria de 2022.

Un país requiere un regulador bancario para proteger a los ahorradores, pero no un banco público con el monopolio de emisión de moneda, que suele resultar perjudicial. Los bancos privados emitieron dinero durante milenios a través de pagarés sin generar inflación, pero los gobiernos crearon monopolios en un intento por controlar las actividades económicas de los ciudadanos.

En la actualidad, cuando un banco central cumple de manera adecuada su función de emisión, sin rebasar la demanda de medios de pago, la población difícilmente se entera de su existencia. Considera la estabilidad de precios como algo natural, que lo fue durante buena parte de la historia económica del mundo. Pero cuando un banco central traiciona su responsabilidad y se convierte en simple instrumento de políticos y gobiernos que quieren gastar sin medida el pueblo bueno sufre la inflación.

Por eso los ciudadanos argentinos le dieron un porcentaje tan alto de sus votos en la primaria presidencial a un candidato que prometió dinamitar el banco central. A algunos les parece una locura, pero para las víctimas de la inflación es una buena decisión.