CON EL CAMBIO DE CLIMA, AJUSTES MILITARES

“El gran peligro es la prolongación de la guerra”.

Javier Oliva Posada
Columnas
Copia de COLUMNAS (1920 × 1080 px)-10.png

El fulgurante e insólito proceso (duró menos de dos meses) de ingreso de Finlandia a la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN) como país número 31 es simultáneo a otros dos no menos trascendentes: la preparación de las ofensivas y contraofensivas de las fuerzas armadas rusas y ucranianas, por un lado, y, por otro, la sensible filtración de los planes secretos de la referida alianza atlántica, Estados Unidos y la Unión Europea (UE) para contener y eventualmente derrotar a la invasión u operación militar especial (denominación oficial del gobierno de Vladimir Putin).

Pero a su vez esas tres complejas variables se ven articuladas por el denominador común en lo que se refiere al repliegue del “general Invierno”.

Como se ha apuntado en otras entregas, a lo largo de la historia debido al clima prevaleciente en esa parte del mundo durante el invierno, la cantidad de nieve y las condiciones en general, las actividades de la vida cotidiana se ven en la práctica suspendidas.

Es fuerte leer los testimonios en novelas, reportajes, documentales y películas sobre personas que sin mediar una guerra —como ahora sucede— mueren en condiciones extremas en las calles e incluso en sus casas debido al frío.

Las carreteras y los caminos se vuelven intransitables, incluso para los poderosos tanques de guerra, provocando el retorno a las tan tradicionales como mortíferas “guerras de trincheras”.

Diversas agencias de noticias internacionales, así como voceros de organismos multilaterales como la OTAN dan a conocer de forma clara la preparación para el próximo segmento de la guerra y con ello el aumento en el radio de muerte de cientos de civiles inocentes, la furiosa destrucción de la infraestructura de ciudades de todas las dimensiones.

En forma por completo contradictoria y sin el menor reparo se puede afirmar que la entrada de la primavera, en vez de vida, paz y calor, traerá —al menos en esas latitudes— violencia, muerte, hambruna, desplazamientos de miles y miles de personas. Pasaremos del frío que aísla, al calor que propicia el desarrollo de planes para seguir la guerra. Cuán alejada está la percepción idílica de la primavera.

Dimensiones

Los escenarios, como es y será en el estudio de los conflictos bélicos, son tan solo probables y con muy bajos niveles de certeza. En efecto, una vez desatada la violencia física sus consecuencias se vuelven impredecibles y, sobre todo, cuándo y cómo habrán de concluir.

El gran peligro es la prolongación de la guerra tanto en el tiempo como en el espacio. Y mientras esta se desarrolla la posibilidad de una muy riesgosa agudización e intervención militar de otros países es más que una hipótesis. Ahí tenemos a Bielorrusia y su gobierno con una fuerte y explícita alianza militar con Moscú. O bien la duplicación de la frontera terrestre de Rusia con países de la OTAN luego del ingreso de Finlandia a dicho organismo multilateral.

Para México y su gobierno, así como para su diplomacia y política exterior, el escenario es proporcional a las dimensiones que entraña una guerra que afecta a todo el mundo. Literal.

De lo que se desprende que para estar en condiciones de aportar elementos que acerquen posiciones para una débil opción de negociación se debe partir de los orígenes históricos y culturales de las rivalidades entre Kiev y Moscú. Es decir, actuar desde la objetividad estructural y no a partir de las condiciones que imponen las dinámicas del corto plazo.

Lo anterior cuando se pretenden soluciones estables y duraderas. Que la primavera traiga mejores opciones para la paz.