UN GRITO SIN CORTE

Sergio Sarmiento
Columnas
Copia de COLUMNAS (1920 × 1080 px)-19.png

El grito de independencia es una ceremonia muy cercana al corazón de nuestro país. Representa un ritual que nos une a todos los mexicanos. Cuando viajamos al extranjero es muy común que acudamos a las embajadas o a los consulados para compartir ese momento de unidad. Gritar “¡Viva México!” al unísono nos ha permitido, generación tras generación, recordar que a pesar de nuestras diferencias todos somos parte de una misma nación.

Este 15 de septiembre, sin embargo, las cosas han sido diferentes. El presidente anunció públicamente con anterioridad que no invitaría a la ceremonia a ningún representante del Poder Judicial. Es un hecho inédito. Siempre, a pesar de las diferencias políticas, los representantes de todos los poderes han estado presentes en el grito.

“Ya han cambiado las cosas —explicó el presidente el 13 de septiembre—. No tenemos buenas relaciones, lo que es público y notorio, con el Poder Judicial, porque se dedican a actuar contra la transformación. Nosotros consideramos, aunque se opine distinto, que están contra el pueblo y que son representantes de la oligarquía, de la minoría corrupta, rapaz. Son como emisarios de la delincuencia de cuello blanco y, en algunos casos, también de la otra delincuencia. No todos, pero sí predomina”.

La acusación es injusta y politizada. El presidente sabe muy bien que los jueces, magistrados y ministros dictaminan en buena medida conforme a la ley. Sabe también que él ha actuado muchas veces al margen, con el argumento de que hay una justicia verdadera, que solo él conoce, la cual no es necesariamente la que marca la ley. “Y que no me salgan con el cuento de que la ley es la ley”, ha dicho al tomar medidas que sabe que son ilegales y que serán revisadas por jueces, magistrados y ministros.

Estado

El desprecio del presidente a los ministros es de cuño reciente. En los años en que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) fue presidida por su aliado, el ministro Arturo Zaldívar, no tuvo ningún problema para invitarlo a la ceremonia del grito. Ha sido solo a partir de que en enero de 2023 la ministra Norma Piña asumió la presidencia de la SCJN que ha encontrado inaceptable la presencia de un representante del Poder Judicial.

Ni los fallos de la SCJN ni los de tribunales inferiores han cambiado a partir de enero de este año. Las leyes siguen siendo las mismas, al igual que los criterios que aplican los tribunales. Sin embargo, el presidente ha empezado a atacar a la SCJN y al Poder Judicial de manera sistemática. Ahora que Guadalupe Taddei, una persona cercana al régimen, ha asumido la presidencia del INE, este ha dejado de ser el villano favorito para el presidente, quien le ha dado el papel al Poder Judicial y, en especial, a la ministra Piña y al ministro Luis María Aguilar.

Entiendo que la política es un juego descarnado de intereses, pero no me parece correcto que el presidente no invite a la ceremonia del grito a los representantes de los demás poderes. El grito no es una fiesta personal. No se realiza para festejar el cumpleaños de Porfirio Díaz. Es la conmemoración de una lucha por la independencia que marca el inicio de una nación libre y la unidad de todos los mexicanos. Es una fiesta de Estado.

Al excluir a los representantes de los demás poderes el presidente está mandando un mensaje infortunado: “El Estado soy yo”. Lo lamento. El grito de independencia debería ser una celebración de toda la nación mexicana y no de un político o un partido en particular.