EL MOMENTO DE LAS RELACIONES MÉXICO-ESTADOS UNIDOS

“Prevalece el recelo e incluso la abierta desconfianza”

Javier Oliva Posada
Columnas
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Aunque sea reiterativo escribirlo, las altas y bajas, la cercanía o la distancia entre ambas naciones forman parte natural de la propia complejidad de la relación y a lo largo de la historia se procesan de manera cíclica. Hay grandes lecciones de soluciones a problemas estructurales, así como notables imprudencias para abordar asuntos de menor relevancia, que con un poco de tiempo se tornan en fuentes de tensión.

Hoy no es diferente. Más aún: los procesos electorales presidenciales tanto en México como en Estados Unidos desde luego que tienen una incidencia sustancial en el tratamiento de la respectiva agenda interna.

En una sola semana, la que acaba de concluir, el número de eventos ha sido notable. Desde el anuncio de la orden del mandatario norteamericano para el despliegue de mil 500 soldados reservistas, pertenecientes al Ejército de tierra (Army), para apoyar a las agencias respectivas de salvaguardar las fronteras y controlar la migración forzada, hasta la visita de la consejera para Asuntos de Seguridad Nacional del propio Joseph Biden, sin dejar de lado la carta del presidente Andrés Manuel López Obrador dirigida al titular de la Casa Blanca para solicitarle impida el financiamiento de lo que él considera “organizaciones golpistas” en nuestro país.

Desde luego, la polémica en torno del control y tráfico del fentanilo sigue y con mayor intensidad.

Una verdadera multitud de voceros, numerosos documentos, reportajes, entrevistas, sin dejar de lado las expresiones en medios digitales de comunicación hacen de la actual coyuntura en la relación México-EU, comparada consigo misma, algo excepcional. Desde el “estilo personal de gobernar” de cada uno de los presidentes, pasando por la situación mundial —para empezar los prolongados efectos de la invasión de Rusia a Ucrania—, hasta el multicitado proceso del tráfico de drogas y armas, se amerita sin lugar a dudas un tratamiento en lo posible y deseable alejado de la animosidad y no pocos prejuicios que caracterizan a las visiones tan tradicionales como anacrónicas.

Geopolítica

Por ejemplo, en importantes círculos de poder y opinión en EU prevalece el recelo e incluso la abierta desconfianza respecto de lo que significa el tema “México” para los intereses de seguridad de ese país; mientras tanto, en el nuestro sin duda que las percepciones del geoexpansionismo (plenamente justificadas a lo largo de la historia) siguen teniendo una cauda de impulsores con plena autoridad en el debate público.

En este contexto de explicable polarización es que coyunturas como la que vivimos hacen que las opciones de acercamientos y trabajo en común sean la excepción y no la norma. No se trata de justificar la situación y sí, en cambio, de comprender que como en cualquier relación humana esta pasa por altibajos y distanciamientos. Aquí lo importante es que prevalezca una visión de largo plazo con base en las condiciones objetivas y estructurales que indica a todas luces la geopolítica.

De hecho, comienzan a percibirse algunos ámbitos de aproximación, entre ellos el importante flujo de visitas a Palacio Nacional por parte de destacados integrantes de las áreas de defensa, seguridad e inteligencia del gobierno de Biden, quienes son recibidos, en un patente gesto de disponibilidad diplomática, por el presidente López Obrador, a la vez que por sus contrapartes o equivalentes del gobierno de México.

En esos términos es mucho mejor para ambas naciones y sociedades contar con el compromiso (respaldo) recíproco ante una agenda de antagonismos compartidos.