HABLEMOS DEL PENE

Mónica Soto Icaza
Columnas
PENE

La imagen de portada es un close up a una cadera frontal masculina con ropa interior blanca de algodón que sugiere una erección hacia el borde derecho del libro. La fotografía es como las que no se ven mucho actualmente, por lo menos publicadas en un título de distribución mundial: en ella hay vellos, imperfecciones cutáneas, poros. Vemos a un señor real con calzones cotidianos.

Esa es la primera declaración de principios que indica al lector que, si decide abrirlo, se encontrará con hombres reales, sin filtros ni Photoshop, en celebración de su sexo.

A pesar de que su publicación fue en 2008, se ha seguido reimprimiendo sin modificaciones y hasta hay una versión de bolsillo.

Hablo de uno de los títulos más peculiares de mi biblioteca de erotismo: The Big Penis Book (o El libro de los penes grandes), de Dian Hanson, editora de la división de libros sexis de la editorial alemana Taschen. Los Sexy books son un conjunto de títulos fuera de serie que por igual reverencia a penes, pechos, coños, nalgas, piernas, que a la fotografía erótica antigua y actual; a las expresiones sexuales a lo largo de la historia del mundo, que al legado de las revistas masculinas.

Publicado en edición trilingüe —en inglés, alemán y francés—, este Libro de los penes grandes contiene, según la introducción de Dian Hanson, una selección de imágenes tomadas por “fotógrafos activos durante el primer estimulante estallido de libertad que abarca el periodo comprendido entre 1968 y principios de los noventa”. Algunos modelos son anónimos, otros famosos actores porno, todos fascinados de bajarse los pantalones o abrirse la bragueta o las piernas para compartir sus atributos en reposo o en erección, con o sin circuncisión. Se trata de penes mayores a 20 centímetros, y unos descomunales que definitivamente hacen volar la imaginación.

Tabúes

Para Hanson “los hombros anchos, las solapas grandes y el pelo abundante pueden venir e irse, pero los penes grandes nunca pasan de moda”. Aunque el gusto se rompe en géneros y no existe una medida estándar para la alegría, sino parejas compatibles o incompatibles.

Este libro me inspiró para hablar del pene: nombrar quiebra tabúes. Necesitamos ver a las relaciones sexuales, a los órganos involucrados, a la construcción del erotismo como parte natural del desarrollo humano y no como un tema del que no se habla; es como barrer el polvo hacia abajo del tapete y esperar a que desaparezca por arte de magia. La represión sexual genera violencia.

Recuerdo la primera vez que vi y sentí con la mano un pene erecto. Me pareció inusitada esa manera de estar rígido, con una consistencia ajena a lo humano en mi marco de referencia de mujer muy joven con prácticamente nula experiencia sexual.

Confieso que tenía más curiosidad que calentura. En cuanto mi cerebro registró aquella novedad entre mis dedos se me desconectaron los circuitos eróticos y se encendió mi curiosidad. ¿Cómo era posible que se transformara de manera tan radical y en segundos?

Hoy, que ya he visto algunos de diferentes tamaños, colores, distribuciones y durezas me siguen causando asombro. ¿Cómo no, si son como máquinas sencillas y sofisticadas a la vez? ¿No te parece milagroso que la sangre de las arterias se acumule en unos cuerpos cavernosos hinchándolos y que esa misma hinchazón apriete tanto las arterias que no permita el regreso de la sangre y por eso permanece firme? ¿Y que se orgasmea provocando una de las sensaciones más placenteras en el repertorio de sensaciones placenteras? A mí sí. Por eso me alegra tanto la existencia de libros como el de los penes grandes.

Deseo que cada vez haya menos personas reacias a los distintos fragmentos de la piel.