Por un tiempo pareció que el gobierno mexicano entendía por fin el tema de los aranceles, o por lo menos Marcelo Ebrard. El 31 de enero pasado el secretario de Economía declaró que el arancel de 25% que el gobierno de Donald Trump quería imponer a México sería “un error estratégico”.
“El principal impacto”, dijo Ebrard, es que “millones de familias en Estados Unidos tendrán que pagar 25% más”.
Qué pronto olvidaron Ebrard y los otros integrantes del gabinete económico esta acertada observación. En el paquete de presupuesto para 2026 se han introducido medidas para elevar de entre 15 y 35 a 50% los aranceles que México cobra a países con los que no tenemos tratados de libre comercio. Es una medida proteccionista, como los aranceles de Trump, que obligaría a los consumidores mexicanos a pagar precios mucho más altos por productos de China, Corea del sur, India, Indonesia, Rusia, Tailandia y Turquía, entre otros.
Estos impuestos se aplicarían a mil 463 fracciones arancelarias. Elevarían los precios de autos, partes para vehículos, textiles, calzado, plásticos, vidrio, electrodomésticos, muebles, juguetes, cosméticos y otros. Provocarían también incrementos en los precios de los productos hechos en México o traídos de países con los que sí tenemos acuerdos comerciales, porque ya no tendrían la competencia de importaciones más baratas. No serían las empresas extranjeras las que pagarán los nuevos y elevados impuestos, sino los consumidores mexicanos.
El Ebrard que aconsejaba al gobierno de EU no subir los aranceles porque esto afectaría a los estadunidenses ha olvidado sus propias palabras. Hoy dice sobre México: “Si no hay una cierta dosis de protección, pues casi no puedes competir”.
Historia
La verdad es que México se ha venido rezagando en los índices de competitividad y productividad. Restablecer un nuevo modelo proteccionista, como el que tuvimos en los tiempos del viejo PRI, lejos de ayudar nos afectaría al obligar a los consumidores nacionales a pagar más por productos de menor calidad. Las principales víctimas serían las personas de escasos recursos, que son las que compran los productos más baratos.
La historia muestra que la apertura de mercados fortalece la economía de un país. Singapur es un ejemplo notable. Si bien era una nación muy pobre a mediados del siglo XX, la apertura comercial a partir de su independencia en 1965 generó un gran desarrollo. Actualmente Singapur es el país más rico de Asia y, según algunas estimaciones, también del mundo. Su tasa de arancel promedio es de 0.2%, pero la enorme mayoría de sus importaciones no pagan nada.
En Europa, Mónaco y Luxemburgo son los países más prósperos, aunque son demasiado pequeños para ser representativos. Después viene Suiza, con un arancel promedio de 1.7%. Los países más proteccionistas, como Corea del Norte y varios de África, se distinguen en cambio por su pobreza.
México está dejando atrás un periodo de libre comercio. En la actualidad el arancel promedio de nuestro país es de 1.62%, aunque esta cifra está fuertemente influida por el hecho de que la mayor parte de nuestras importaciones han venido de Estados Unidos con arancel cero gracias al TLCAN primero y después al TMEC.
Sin embargo, esta realidad está cambiando. Estados Unidos quiere cobrar más aranceles, no solo a México sino a todos los países, y nuestro gobierno quiere imitarlo, a pesar de que nuestro secretario de Economía ha expresado públicamente que los aranceles afectan fundamentalmente a los consumidores.
Estamos cometiendo el mismo error estratégico que Trump.