ES LA FRONTERA, ESTÚPIDO

Lucy Bravo
Columnas
Frontera

Cada doce años las elecciones presidenciales de México y Estados Unidos se alinean. La última vez que eso ocurrió fue en 2012 y en ese momento la palabra “México” rara vez figuraba en los discursos de los candidatos. Hoy la historia es muy distinta.

Es casi un hecho que la contienda por la Casa Blanca será una repetición de la boleta electoral de 2020. Lo que sí sorprende es que ahora tanto el presidente Joe Biden como el expresidente Donald Trump centrarán sus campañas en una cosa: migración.

Sí, Biden, el que llegó a la Casa Blanca bajo la promesa de acabar con los muros de Trump y lograr una reforma migratoria, hoy le apuesta a las medidas que hace unos años hubiera criticado.

¿Pero a qué se debe? Empecemos con el número de inmigrantes que cruzan la frontera todos los días. Durante la presidencia de Biden se han alcanzado cifras históricas; tan solo en diciembre de 2023 fueron detenidos 302 mil migrantes en la frontera entre México y EU, mientras que en los últimos dos años se han superado los dos millones de personas.

No es ningún secreto que la migración podría costarle la elección a Biden. De hecho, 45% de estadunidenses cree actualmente que la situación en la frontera es una crisis, comparado a 38% de mayo pasado, y solo 32% aprueba el manejo de la frontera por parte de Biden.

Daño político

Como era de esperarse, esto es música para los oídos de Trump. En días recientes el republicano no solo elogió al gobernador de Texas, Greg Abbott, por desafiar a la Casa Blanca y a la Corte Suprema al no retirar los alambres de púas en un transitado corredor de la frontera, sino que también se opone a un proyecto de ley que le daría a Biden los fondos para atender la emergencia. Un acuerdo que los republicanos han condicionado para también aprobar un nuevo paquete de ayuda militar a Ucrania.

La realidad es que la debacle fronteriza se ha ido desarrollando a lo largo del mandato de Biden y el daño político se ha ido acumulando. Una gran parte del problema es que hay muchos demócratas que no tenían la menor intención de hacer mucho en materia de seguridad fronteriza. Recordemos el nombramiento vacío de la vicepresidenta Kamala Harris como la nueva “zar fronteriza” en abril de 2021. Su desaparición paulatina de los reflectores en el marco de la mayor crisis migratoria en décadas para EU solo es un reflejo de lo que ha sido el sello de la casa de los demócratas: la ambigüedad.

Lo que es un hecho es que Biden tendrá que adoptar duras medidas, que no serán fáciles de distinguir de las de Trump. Los demócratas que entienden lo que está en juego políticamente probablemente aceptarán esto, mientras que aquellos que ven esta cuestión a través de lentes ideológicos lo condenarán. Pero Biden esperará que las ganancias entre los votantes indecisos superen las pérdidas en su base.

En 1992 el entonces presidente demócrata Bill Clinton resumió el tema que dominaba las mentes de los estadunidenses en una sencilla frase: “Es la economía, estúpido”. Si hoy estuviera al frente sin duda diría: “Es la frontera, estúpido”. Y eso que del fentanilo ni hemos hablado.