ESCASEZ DE AGUA: REBAJAMIENTO DE LA HUMEDAD Y LAS LLUVIAS

J. Alberto Castro
Columnas
ESCASEZ DE AGUA

La crisis del agua es un problema que aflige a muchos países del mundo, entre ellos México. De acuerdo con un informe de la UNESCO hay suficiente agua dulce para toda la población mundial, pero el problema reside en que su distribución no es equitativa y el cambio climático genera escasez.

El agua se ha convertido prácticamente en un lujo. El planeta está compuesto en 70% por agua, pero datos de National Geographic indican que solo 3.5% es dulce y 0.025% es potable. De ahí que la distribución desigual de este recurso preocupe a los gobiernos de todo el mundo.

Las cifras señalan que aproximadamente dos mil millones de personas en el mundo no tienen acceso a servicios seguros de agua potable; tres mil 600 millones no disponen de servicios de saneamiento seguros; y dos mil 300 millones no tienen lo básico para lavarse las manos.

Sin duda, la importancia del agua es clave para el mantenimiento del planeta y de la vida, mientras que muchos factores directos e indirectos generan y agravan la problemática generada por su escasez.

Por ejemplo, en nuestro país hay causas como “el incremento de la temperatura en más de un grado Centígrado, la disminución de la lluvia en gran parte del territorio nacional y la deforestación, fenómenos que han contribuido a la escasez del agua, que en el pasado afectaba a los estados del norte, pero ahora se ha recrudecido en la parte central de México”, distingue en entrevista con Vértigo el profesor e investigador del Instituto Politécnico Nacional (IPN), Ángel Refugio Terán Cuevas.

Como muchos científicos en el mundo, el catedrático enfoca sus esfuerzos en el desarrollo de innovaciones y tecnología para hacer frente a la actual crisis hídrica que nos aproxima al indeseado Día Cero en la Ciudad de México y en municipios conurbados del Estado de México, así como en otras ciudades del país y del orbe.

Miembro activo del Departamento de Territorio y Medio Ambiente y Desarrollo (CIIEMAD), espacio donde se desarrollan estudios sobre hidrometereología y los Gases de Efecto Invernadero (GEI) con tecnología satelital y datos climatológicos y meteorológicos, Terán estima que “la mitigación de la escasez hídrica debe iniciar mediante esfuerzos de captación de lluvia, reparación de fugas y reforestación, además de la implementación de una campaña intensa del uso responsable del líquido en todo el país”.

Dice el experto en medio ambiente que “el ciclo hidrológico depende de la vegetación y si esta es afectada ya no hay retención de humedad en determinadas partes del país. Esto último incide directamente en los cuerpos de agua afectados. Según la Comisión Nacional del Agua (Conagua) las principales presas del país se encuentran a menos de 50% de su capacidad”.

Síntomas

Con apoyo del Servicio Meteorológico Nacional el investigador y sus colaboradores han elaborado un mapa sobre la tendencia de lluvias en la República Mexicana de 1950 a 2019, el cual indica la notoria disminución de lluvias en casi la totalidad del territorio. En otros términos, “si antes llovían 100 litros, ahora tenemos 70; hay disminución de lluvias donde normalmente llueve y empieza a llover en partes donde no había muchas lluvias”.

Muy a su pesar, Terán enlista las múltiples causas de la carestía del vital líquido: “Vivimos un cambio climático antropogénico, es decir, tenemos el aumento en las emisiones de GEI en todo el planeta, lo que ha traído como consecuencia el incremento de la temperatura media a nivel mundial. A esto último debemos agregar fenómenos atmosféricos y naturales, como los volcanes activos, los cuales exhalan dióxido de azufre que contribuye a la contaminación, provoca cambios de clima y altera el proceso de generación de lluvia. La contaminación originada en los volcanes perturba el movimiento de los vientos en el planeta, perdemos humedad y esta a su vez desata sequías en varias partes del mundo. Hoy tenemos satélites con tecnología centrados a detectar los flujos del dióxido de azufre que, por ejemplo, emite el volcán Popocatépetl”.

A las anteriores razones agrega que hoy tenemos mayor penetración de rayos ultravioleta, la recarga de los mantos acuíferos también es baja y la mancha urbana crece en todo el planeta. La Amazonia viene mostrando señales de una importante sequía. Los bajos niveles y las altas temperaturas del agua son algunos de los síntomas que más preocupan.

Sobre qué hacer ante la incertidumbre de la falta de agua, Terán acude al ejemplo de la Ciudad de México, donde “tenemos presencia de lluvia en determinadas épocas del año y por ello es necesario captar la mayor parte de ese líquido para atender necesidades en temporadas de sequía y evitar que se desperdicie y se tire a los canales y los drenajes”. Detalla que uno de los proyectos de investigación que desarrolla propone concentrar los escurrimientos de lluvia de zonas altas para filtrarla y utilizarla en tiempo de sequía.

La geografía de México es un factor determinante en el caso del agua: “La zona más seca del país recibe menos de 100 litros de agua pluvial por metro cuadrado al año y la más húmeda casi cuatro mil litros por metro cuadrado. En Baja California se encuentra la superficie más seca y la más húmeda se localiza en Chiapas. Toda la cantidad de agua que hay en el sureste la quisiéramos distribuir en todo México”, esclarece.

“País de selvas secas, bosques templados y zonas áridas, en buena parte de él se tiene la fortuna de contar con la cantidad de agua que necesita cada persona, ya que de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) cada individuo requiere mínimo 100 litros al día. Sin embargo, hay lugares en los que todo el año carecen del vital líquido”, sostiene el estudioso del IPN.

Dedicado al análisis de las problemáticas ambientales, considera que en el caso de nuestro país se nos proporciona el agua a manos llenas sin una cultura del ahorro, por lo que la gran mayoría la desperdicia y nunca hemos previsto un plan para reutilizarla y mucho menos para capturar el agua de las lluvias.

El politécnico recuerda que sus padres recuperaban el agua de lluvia en un gran tambo ubicado en el patio de su casa. Cuenta que ahora vive en Tizayuca, donde no hay agua y, sin embargo, él tiene porque la recolecta. Muchos de sus vecinos le piden una cubeta de diez litros para bañarse. Ha descubierto que es posible asearse con poca agua.

Baraja las distintas posibilidades que existen ante la escasez del agua; la mejor y más viable es la de buscar diversas formas de recuperar el agua: ese es el plan más apropiado e idóneo. “¡Cuántos metros cúbicos podríamos recolectar del agua de lluvia en un año! Ese paquete de agua recolectada se puede utilizar para paliar estas crisis. Y no mandar estas aguas por la cañería cuando llueve”.

También sopesa la desalinización de agua marina, que considera realizable pero muy costosa. Por el contrario, abrir pozos le parece barato; sin embargo, la mayoría de las veces el agua subterránea está contaminada.

Comprometido con la conservación y el alivio ambiental de nuestro “único y querido planeta azul”, sustenta que “el ser humano piensa que todo es infinito y no se preocupa por cuidar nuestro hábitat”.

Asimismo, lanza la iniciativa para que por cada nacimiento en México se siembre un árbol, con la finalidad de lograr reforestar el territorio nacional y con ello generar la humedad necesaria para contar con agua.

Numeralia

• Las principales presas del país están a menos de 50% de su capacidad.

• En Chiapas está la zona más húmeda; recibe casi cuatro mil litros de agua de lluvia por metro cuadrado.

• La zona más seca está en Baja California; recibe menos de 100 litros de agua de lluvia por metro cuadrado al año.

• Cada individuo necesita mínimo 100 litros de agua al día, según la OMS.

• Las dos presas más grandes de México son La Angostura, en Chiapas, en el cauce del río Grijalva, con capacidad de 15 mil 519 hm3 y una cortina de 147 metros de altura; y Malpaso, también en Chiapas, en el cauce del río Grijalva, con capacidad de doce mil 373 hm3 y una cortina de 138 metros de altura.