EL ESPIONAJE

“Experiencias para manipular de forma exitosa el ánimo del votante”.

Javier Oliva Posada
Columnas
ESPIONAJE

Esta actividad es tan antigua como las primeras estructuras de gobierno y sociedades humanas. Hay decenas de obras como novelas, piezas teatrales, no se digan películas, biografías, autobiografías y series de televisión, entre muchas otras, que abordan el tema. También escuelas de formación profesional, tanto civiles como militares. En algunos casos esas instituciones también están orientadas al análisis de la información; sobre todo en países con preponderancia al dominio de sus entornos geopolíticos y más allá, como Estados Unidos, China, Rusia o el Reino Unido, entre otros destacados ejemplos.

En la época de la Guerra Fría uno de sus rasgos más distintivos y paradigmáticos fue la incesante lucha entre los servicios de espionaje soviético y estadunidense, que en especial enfocaron esa sistemática contienda en la obtención de información respecto de los avances y capacidades destructivas de las armas nucleares, así como respecto de la interminable (a la fecha) carrera espacial.

Así hemos seguido y seguiremos, pues no se trata de otra cosa, ni más ni menos, que de la lucha por el poder, el control y la hegemonía. Ahora mismo lo constatamos con la invasión de Rusia a Ucrania y la guerra entre las Fuerzas Armadas de Israel y la organización terrorista de Hamás.

Coyuntura

Las capacidades para el espionaje en nuestros años se han potenciado de manera sustancial. Sea desde lo que se conoce como “minería de datos” y “fuentes abiertas de información” para aludir a lo que se transmite de manera voluntaria y pública (yo diría protagonismo), de las actividades comunes que los usuarios comparten por cualquier motivo, las denominadas redes digitales de comunicación han orillado a los sistemas de espionaje, análisis e inteligencia a desarrollar técnicas que incluso consideran sintaxis, coherencia en la redacción, análisis de imágenes (videos y fotografía) y en general cualquier evidencia que permita comprender el estatus, estilo de vida, preferencias o rechazos de los usuarios.

Una de las más notables experiencias para manipular de forma exitosa el ánimo del votante fue el Brexit en el Reino Unido en 2016, mediante la acción de la empresa Cambridge Analytica.

Las anteriores referencias en esta colaboración las he hecho para darle un breve preámbulo a lo que sucede en nuestro país en torno de la filtración de una investigación de la Administración para el Control de Drogas (DEA) de Estados Unidos a propósito de una no documentada relación entre integrantes de la organización criminal, en ese entonces de los aliados Joaquín Guzmán Loera e Ismael Zambada.

Según lo dado a conocer, habría habido un apoyo-compromiso a una campaña presidencial en 2006. De nueva cuenta, la trama: investigaciones/coyuntura política/intereses internacionales/medios de comunicación/periodistas, vuelve a funcionar desde ese país, como lo ha hecho en una larga lista de casos y procesos políticos en el mundo.

La verdad, y atendiendo al estudio de estos temas, en serio que es del todo predecible: incluso habrá más filtraciones, que es lo normal en este tipo de coyunturas. La cuestión es estar preparado, en este caso la parte afectada (nuestro gobierno), para controlar e incluso prevenir potenciales nuevas filtraciones porque, como sabemos, estas elecciones de manera formal solo han comenzado.

Aquí entonces una pregunta: ¿se tiene la preparación y capacidades para prevenir o al menos contener los efectos negativos de las siguientes filtraciones? La respuesta positiva es sustancial para la coyuntura que vivimos.