GOBIERNO DE COALICIÓN: ¿FICCIÓN?

Víctor Sánchez Baños
Columnas
GOBIERNO DE COALICIÓN

Uno tiene que ser algo para poder hacer algo.

Goethe (1749-1832)


El primer gobierno que ganó la alianza opositora de PRI, PAN y PRD se convirtió en otra cosa diferente a lo que se había pensado originalmente: el triunfo de ese frente sería para iniciar lo que sería un gobierno inteligente y democrático, un “gobierno de coalición”.

Se trata de un sistema gubernamental en el que dos o más partidos políticos acuerdan trabajar juntos para formar un gobierno y compartir responsabilidades y decisiones. En un gobierno de coalición los partidos políticos involucrados colaboran para establecer políticas, tomar decisiones y gobernar, incluso cuando no tienen una mayoría clara por sí solos.

Respecto al contexto de México, el sistema político actual se caracteriza por un presidencialismo donde el mandatario es elegido de manera independiente y forma su gabinete. Lo mismo ocurre en todos los estados y en la mayoría de los municipios.

Sin embargo, algunos políticos, como el exgobernador de Sonora y exlíder del Senado, Manlio Fabio Beltrones, ponen sobre la mesa de discusión la posibilidad del gobierno de coalición como una manera de fomentar la cooperación y la estabilidad política, especialmente cuando ningún partido tiene una mayoría absoluta en el Congreso o cuando está muy dividida la elección, con una diferencia de un dígito.

A través de los sexenios las elecciones provocan la fragmentación del Congreso, con múltiples partidos representados, pero rara vez alguno obtiene una mayoría absoluta, lo que al final fortalece el equilibrio de fuerzas y el elector no entrega un cheque en blanco al Poder Ejecutivo.

En este escenario, un gobierno de coalición podría facilitar la aprobación de leyes y la implementación de políticas públicas. Lo único que se requeriría sería el consenso entre las diferentes fuerzas políticas.

Lo anterior pondría a las fuerzas políticas en un plano de igualdad y de coincidir intereses sobre el futuro del país y los que lo habitan. Implicaría la negociación y el acuerdo entre los partidos políticos más numerosos en los Congresos para formar una alianza, lo que llevaría a tener representantes en el gabinete del Ejecutivo.

Esas fuerzas políticas tendrían influencia en la toma de decisiones importantes, compartiendo responsabilidades y comprometiéndose a trabajar juntas para lograr objetivos comunes, pero que al final se reflejarían en beneficios a la sociedad.

Se necesita disposición de las fuerzas políticas y coincidir en los objetivos, no solo burocráticos, sino también políticos e ideológicos.

Para ello sería necesario reformar la Constitución y leyes que hagan claro y transparente cualquier acuerdo político.

El éxito de un gobierno de coalición en México partiría de la superación de diferencias ideológicas y de cumplir compromisos para el bien de la nación, lo que podría brindar estabilidad política al facilitar la toma de decisiones y promover respuestas a desafíos como la necesidad de mantener la cohesión de partidos de la coalición.

Lo ocurrido en Coahuila es anecdótico y demuestra que es necesario redefinir la forma en que los actores de cualquier alianza política puedan participar, en caso de ganar, en el gobierno en un ambiente de reglas claras y precisas. No se trata de números: se trata de mejores herramientas para el gobierno, con respeto a los compromisos.

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