FROM GUATEMALA TO GUATEPEOR

Juan Pablo Delgado
Columnas
GUATEMALA MÉXICO

Hace unos meses escribí en esta gustada sección un diagnóstico sobre el desgaste en la relación bilateral México-Estados Unidos (Los vecinos de la discordia; Vértigo No. 1155). En aquel momento me mostré ingenuamente sorprendido por la retórica cada vez más agresiva que provenía de ciertos funcionarios estadunidenses.

Citando a la directora de la DEA (“México no coopera”), al secretario de Estado (“El narco controla partes de México”) y al senador Lindsey Graham (“México es un narcoestado-terrorista”) creía que las cosas nunca habían estado tan descompuestas entre ambos países, pero que todavía era posible enmendar la relación para crear una comunidad norteamericana más fuerte y unida.

¿Y qué creen que ha pasado desde entonces? ¡Obvio! Las cosas solo se han puesto más de la chingada.

Hoy se ha normalizado que algunos de los precandidatos del Partido Republicano nos amenacen con invadirnos o mínimo lanzarnos un par de misiles dizque para combatir a los narcos. Donald Trump, hasta ahora el puntero en las encuestas, supuestamente pidió la formulación de planes militares para atacar a México en caso de regresar a la presidencia. Pero la misma retórica es pan de cada día con el resto de los precandidatos. Repasemos las declaraciones más notables:

Ron DeSantis (segundo lugar en las encuestas): Al ser cuestionado sobre el uso de las fuerzas armadas contra los narcos, DeSantis dijo que mandaría al Ejército “desde el primer día” de su gobierno a territorio mexicano y agregó que clasificaría a los cárteles como “organizaciones terroristas”.

Vivek Ramaswamy (tercer lugar): Este pintoresco candidato (por decir lo menos) indicó que hablaría con Claudia Sheinbaum “o quien sea que gane la elección” para ofrecerle apoyo para eliminar a los cárteles, pero que de negarse su ayuda intervendría unilateralmente en nuestro país. Concluyó con esta joya: “Si tienes un vecino que tiene un perro, entra a tu jardín y sigue mordiendo a los miembros de tu familia repetidamente, puedes tomar una escopeta y dispararle a ese perro: eso es legítimo, legal, moral y éticamente justificable”. ¡Válgame!

Herencias malditas

Salvo una sorpresa inesperada, uno de esos tres pelados será el candidato republicano. Y aguas, porque viendo la aprobación que se maneja para el presidente Joe Biden (inferior a 50% en todas las encuestas), es muy probable que alguno de esos tres tipos llegue a la Casa Blanca. ¿Y entonces? ¿Qué harían Claudia o Xóchitl Gálvez para lidiar con estos orates?

Y no debemos desestimar este relajo como mera politiquería. Porque la agresividad de los republicanos contra México no se basa en ideología sino en un asunto real de seguridad y salud pública. Todos sabemos que cada día mueren cerca de 200 personas por una sobredosis de fentanilo (más que los decesos por armas de fuego o accidentes en automóvil) y todos sabemos que —al menos en la mente de estos precandidatos— nuestro gobierno no se está tomando muy en serio este problema.

Apenas hace un par de días la Cámara de Representantes decidió dejar de enviar ayuda a México con el argumento de que no combatimos al fentanilo. ¿Y cuál fue nuestra respuesta? Llamamos “ridículos” a estos congresistas.

Los temas de inseguridad, violencia y tráfico de fentanilo son tres herencias malditas para los próximos presidentes, tanto gringo como mexicano. Todavía estamos a tiempo para evitar una escalada de tensiones, pero para esto es urgente retomar los canales institucionales de comunicación y diplomacia. Dejar de hacer rabietas y sentarnos a solucionar estos problemas.

Y solo para concluir, vale rescatar otro asunto relevante. Hace un par de semanas el gobierno de Guatemala decidió enviar a miles de tropas a su frontera con México… ¡para resguardarse de la inseguridad del crimen organizado en Chiapas! O sea que ahora tenemos broncas con dos vecinos y en dos fronteras.

Todo esto me lleva a rescatar aquel refrán de mal gusto que reza: “Es como ir de Guatemala a Guatepeor”. Lo que parecemos no entender… ¡es que México hoy es Guatepeor! ¡Lo que nos faltaba!