LA INTERMINABLE CARRERA ARMAMENTÍSTICA

“Investigaciones y desarrollo tecnológico requieren presupuesto”.

Armas
Javier Oliva Posada
Columnas
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Me referí en anteriores entregas a los profundos ajustes y realineamientos que se dan en el mundo —literalmente— a partir de las guerras y conflictos armados en curso, junto con las políticas comerciales, migratorias y militares del gobierno del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

Por una parte, el impresionante ataque y la impecable ejecución por parte de las fuerzas armadas de Ucrania en contra, sobre todo, de la fuerza aérea rusa, tiene muy profundas implicaciones y no exagero al afirmar que hemos entrado a una nueva era de la doctrina, pensamiento y accionar de los aspectos militares y de la guerra.

No solo aludo a la utilización intensiva y extensiva de los drones (“abejorros”, en inglés, por la similitud con el aleteo de dichos insectos), sino también a la compleja red y estructura para la planeación y ejecución de las operaciones.

Es bien sabido que el desarrollo de la tecnología de aplicación militar requiere de la convergencia de un sustancial esfuerzo del estamento civil y, por supuesto, académico. Programas universitarios de excelencia, becas, experimentos en laboratorios de última tecnología, intercambios, congresos, son tan solo algunas de las más evidentes referencias de cómo el sector civil académico y de investigación contribuye sustancialmente al desarrollo de equipo militar para salvaguardar y proyectar los intereses nacionales de cualquier país que aspire a preservar su libertad, independencia, soberanía e integridad territorial.

Otro tanto sucede en las áreas de las dimensiones de la seguridad y los sistemas de inteligencia. También la contribución de las correspondientes áreas civiles juega un papel crucial en el diseño y articulación de las políticas de defensa, militar, de seguridades (pública, interior, nacional, regional e internacional) y de inteligencia.

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Las anteriores referencias aluden de manera directa a los acontecimientos y anuncios hechos por potencias militares en los días pasados. Por ejemplo, el notable programa del gobierno del Reino Unido dando a conocer que en agosto próximo iniciará la renovación y ampliación de su poderosa flota de submarinos artillados, con capacidad para transportar y lanzar desde cualquier parte de los océanos misiles de largo y corto alcance, con o sin carga nuclear.

Por su parte, Francia y Alemania reanudaron su intercambio de fuerzas armadas suspendido durante el gobierno de Nicolás Sarkozy. De nueva cuenta se instalará una división del Ejército alemán en territorio francés y viceversa, esto es, una división del ejército galo se desplazará a territorio teutón. Estas fundamentales medidas de protocolo de confianza incluyen, por supuesto, la coordinación en el adiestramiento y equipamiento ante la obviedad en la prolongación de la invasión rusa a Ucrania. Pero en otros escenarios y potencias militares no se quedan atrás.

Comenzando por Estados Unidos y el anuncio, hace un par de semanas, de su Coraza Dorada, que a decir del propio Trump estará funcionando a finales de su mandato con el principal objetivo de interceptar cualquier tipo de misil que tenga como meta su territorio continental. Las investigaciones científicas y el desarrollo tecnológico requerirán una ingente cantidad del presupuesto, ya de por sí orientado a la defensa y seguridad nacionales.

Por su parte, China continúa en el programa de perfeccionamiento de los denominados misiles hipersónicos, que a diferencia de los misiles convencionales pueden ser manipulados en su trayectoria, lo que en primera instancia los hace indetectables y, en consecuencia, difíciles de perseguir y destruir.

La guerra, y no es un asunto de preferencias personales, forma parte de la especie humana.

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