JÓVENES COLABORAN CON LA NASA Y SUEÑAN CON SER ASTRONAUTAS

J. Alberto Castro
Columnas
NASA

México necesita transitar de una economía de manufactura a una del conocimiento donde los jóvenes tengan acceso a educación de calidad, pero entretanto tenemos sorprendentes casos de innovación precoz que desvela cómo en las jóvenes generaciones del país hay el potencial de millones de emprendedores necesarios para pertenecer a los países que generan valor y riqueza usando conocimiento para crear valor agregado —tangible o intangible— a través de actividades de investigación, innovación y/o desarrollo.

Este año causa admiración la historia de dos jóvenes mexicanos que han logrado convertirse en colaboradores de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio, más conocida como NASA.

Hablamos de Dorely Medina, prometedora estudiante nayarita que trabaja en un proyecto relacionado con la salud de los astronautas, y del adolescente (16 años) Alexander Colín Escorza, quien creó un proyecto dirigido a destruir basura espacial, el cual fue seleccionado para participar en el International Air and Space Program (IASP) que se realiza en la principal sede de la NASA convocado por la agencia Aplicaciones Extraordinarias Aeroespaciales AEXA.

Originaria de Tepic, la joven veinteañera Medina se encuentra actualmente en Estados Unidos participando en el IASP 2023, en el que también hay otros 59 jóvenes de todo el mundo.

Con distintas formaciones académicas e intereses, Medina y Colín se toparon en internet con la convocatoria de la empresa binacional enfocada en nuevas tecnologías AEXA, con sede en México, y Aerospace LLC, en Estados Unidos. Cabe destacar que ambos jóvenes coinciden en un mismo sueño: quieren ser astronautas.

Precisamente AEXA impulsa el interés de adolescentes y jóvenes mujeres en ciencia, tecnología, ingeniería, arte y matemáticas, y se relaciona con programas educativos de la NASA para promover estas estancias de estudio, investigación, invención y concreción de proyectos donde participan jóvenes innovadores como Medina y Colín.

Monitoreo

Denominado AstroCare, el prototipo que pretende desarrollar la joven nayarita es un sistema de monitoreo con sensores colocados en los trajes espaciales con los que se registran datos en tiempo real de frecuencia cardiaca, presión arterial, temperatura y otros parámetros de salud de los astronautas.

Convertida en una celebridad en redes sociales luego del anunció de su estancia por cuatro meses en la NASA en Houston, Texas, Dorely ya trabaja en el prototipo que prueba transmitir información biométrica de manera inalámbrica a una unidad central de procesamiento. Los especialistas de la agencia espacial estadunidense le ayudan a perfilarlo.

Antes de su partida la joven estudiante del Tecnológico de Monterrey y su mamá realizaron distintas actividades para recaudar fondos y así financiar su estadía en la NASA, para lo que recibió donaciones y organizó rifas.

También ha compartido en sus redes sociales que llegar a la agencia espacial es parte de los sueños por los que ha trabajado y en los que ha sido respaldada por su familia.

“De niña jugaba con telescopios. Me apasionaban los cohetes. Veía videos e imaginaba lo hermoso que sería ver toda esta maquinaria en persona. Hoy, después de muchos años, estoy aquí, innovando y construyendo proyectos con la finalidad de revolucionar la industria aeroespacial y los viajes espaciales. Si antes era soñadora, ahora quiero vivir soñando”, escribió en las redes sociales, donde cuenta día a día sus actividades.

Dron

En el caso de Alexander se debe subrayar que a este joven se le ha ocurrido un procedimiento para deshacerse de la basura espacial, un tema crucial del presente y del futuro, porque si no se hace algo la basura espacial podría generar problemas significativos a las futuras generaciones y dificultaría cada vez más el acceso al espacio o, en el peor de los casos, lo imposibilitaría.

Colín, estudiante de tercer año de la carrera de Técnico Aeroespacial de la Vocacional 7 del IPN, también fue seleccionado por International IASP, la NASA y AEXA.

Después de una entrevista con ingenieros de la NASA el joven politécnico viajó el sábado 11 de noviembre a Huntsville, Alabama, donde habló con detalle del dron que pudiera recoger la basura espacial para redireccionarla a la Tierra, donde sería desintegrada en la atmósfera.

Radicado en el municipio mexiquense de La Paz, cuenta que a los expertos de la NASA les llamó la atención su proyecto.

Con el apoyo de la Fundación Politécnico cubrió la estancia del 12 al 18 de noviembre en el US Space & Rocket Center. Ahí se unió a un grupo de 60 jóvenes seleccionados procedentes de diferentes países para participar en diversas actividades relacionadas con el programa, como pilotear una aeronave y en entrenamientos similares a los que se someten los astronautas.

Su estancia fue fructífera, ya que se integró a equipos con el objetivo de trabajar en cada uno de los proyectos que finalmente se enviaron al IASP para ver su viabilidad. Lo emocionante es que el proyecto ganador tiene la posibilidad de concretarse.

Esperanzado, quiere correr la misma suerte de otros participantes que después de esa estancia fueron integrados a alguna agencia espacial para seguir desarrollando proyectos. Por ejemplo, el año pasado los ganadores se fueron a trabajar con la Agencia Espacial Europea.

Sin dejar de pensar en el día en que por fin logre trabajar para la NASA o incluso llegar a convertirse en un astronauta, narra: “Investigué sobre mexicanos que han ido a la NASA y fue así como me enteré del programa. Tuve que hallar una problemática para resolver. Entonces, después de buscar y buscar, me di cuenta de que en los viajes espaciales o el movimiento de los satélites se tiene que monitorear que no choquen con basura espacial, que normalmente son residuos de cohetes que no son reutilizables y quedan en el espacio. Así investigué y presenté el proyecto del dron o también con un electroimán, que es lo que ahora veo en la escuela”.

Aficionado a las matemáticas, al ejercicio y a leer todo lo que cae en sus manos sobre el espacio, desvela que una de sus inspiraciones es el magnate Elon Musk. “Me gusta la idea del dueño de Tesla de crear cohetes que puedan reutilizarse para no generar más basura espacial”.

El paso de Dorely y Alexander por la NASA es sin duda una experiencia de ensueño y por demás aleccionadora: nadie les regaló este viaje de aprendizaje, sino que ellos lo han conseguido con sus propios méritos, sus conocimientos y su creatividad innovadora. Ellos han demostrado que la innovación ha pasado de ser un objetivo deseable a ser un requisito indispensable para abrir puertas al futuro. Admiradores de Rodolfo Neri, José Hernández y Katya Echazarreta, Dorely y Alexander también sueñan con alcanzar el espacio y las estrellas.

Tres astronautas mexicanos

Rodolfo Neri Vela Nacido el 19 de febrero de 1952 en Chilpancingo, Guerrero, estudió Ingeniería en Comunicaciones y Electrónica de la Facultad de Ingeniería de la UNAM. Es doctor en Electromagnetismo Aplicado en la Universidad de Birmingham. Fue el primer astronauta mexicano y el primer latinoamericano en viajar al espacio. Fue parte de la tripulación del transbordador Atlantis que el 26 de noviembre de 1985 despegó desde Cabo Cañaveral, Florida, y puso en órbita diversos satélites, entre ellos, el Morelos.

Katya Echazarreta Nació en Guadalajara, Jalisco, y su familia cambió su residencia a Estados Unidos cuando ella apenas tenía ocho años. Estudió Ingeniería Eléctrica en la Universidad de San Diego y la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA). En el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA logró el cargo de ingeniera y colaboró en cinco misiones de la agencia estadunidense, incluyendo al robot Perseverance y la Europa Clipper, una sonda que ayuda a estudiar la luna de Júpiter. El 4 de junio de 2022 se convirtió en la primera mexicana en viajar al espacio exterior, después de ser elegida por la organización Space for Humanity.

José Hernández Ingeniero nacido en California, por parte de migrantes mexicanos, ya que su padre nació en Michoacán. Antes de entrar a la NASA fue rechazado once veces. En 2007 marcó un hito en su vida cuando la administración lo seleccionó como parte del Grupo 19, lo que lo llevó a cumplir su sueño de viajar al espacio en la misión STS-128 que despegó el 23 de agosto de 2009. También colaboró en el Livermore National Laboratory para una nueva herramienta para la detección temprana del cáncer de pecho.