En México miles de mujeres atraviesan el cáncer enfrentando no solo el desgaste físico sino también el impacto emocional de perder cejas, pestañas, cabello o la simetría de su cuerpo.
Entre ese malestar y la necesidad de sentirse dignas nació Delineando Sonrisas, una iniciativa que encabeza la especialista en micropigmentación Cindy Brum y ofrece servicios gratuitos de belleza restaurativa a mujeres en tratamiento oncológico.
Lo que comenzó como un gesto familiar se transformó en una red solidaria que hoy acompaña a pacientes en todo el país.
—¿Qué labor realizan en Delineando Sonrisas?
—Mi trabajo consiste en acompañar a mujeres con cáncer y también a personas con parálisis facial, labio leporino, quemaduras o cicatrices, a través de procedimientos de reconstrucción estética que les devuelvan identidad, seguridad y bienestar.
—¿Cómo nace su vínculo con esas mujeres?
—Todo comenzó por mi mamá. Ella siempre me pedía que donara mi trabajo a algunas de sus amigas o conocidas que lo necesitaban, pero no podían pagarlo. Yo veía cómo una ceja reconstruida o una areola (del pezón) tatuada les transformaba el ánimo y la autoestima. Ese efecto me marcó profundamente.
—¿Qué momento le impulsó a convertir esa ayuda en un proyecto formal?
—Después de perder a varios familiares —incluido mi papá— sentí la necesidad de darle un sentido más profundo a mi trabajo. Empecé a participar en jornadas solidarias en otros estados, pero me encontré con prácticas injustas: se cobraban cuotas, no se entregaban prótesis o pelucas e incluso a veces ni siquiera se atendía a pacientes reales. Fue entonces que mi familia me dijo: “Hazlo tú, pero hazlo bien”. Así nació Delineando Sonrisas.
—¿Cómo recuerda la primera jornada que organizó?
—Fue en un espacio pequeño, pero pronto se llenó de mujeres que buscaban sentirse mejor en medio de su tratamiento. Después comenzaron a sumarse especialistas: podólogas, estilistas, terapeutas, maquillistas… y por supuesto mi mamá, famosa por llevar tortas para todas. Con el tiempo se formó una red de apoyo sólida y profundamente humana.
Motor
—¿Qué cambios observa en las mujeres después de recibir los servicios?
—El impacto es enorme. Muchas llegan sin ánimo siquiera de mirarse al espejo y se van diciendo: “Volví a verme bonita”, “Ya no me da miedo la próxima quimio”, “Me siento otra vez como yo”… La belleza, cuando se usa para acompañar, tiene un poder transformador. No es vanidad, es dignidad.
—Menciona que existe una cadena de apoyo entre mujeres. ¿Cómo funciona?
—Las mismas pacientes regresan para donar pelucas, mangas oncológicas, prótesis, medicamentos o incluso su propio cabello. Otras donan tiempo, abrazos, escucha… Lo que nos une es la empatía. Yo solo coordino, pero esto es realmente una comunidad.
—¿Qué ocurrió en la jornada más reciente?
—Atendimos a 105 mujeres en Iztapalapa y quedaron 20 en lista de espera. También atendemos a hombres cuando lo requieren. Ofrecimos clases de maquillaje para pacientes en quimioterapia, reconstrucción de cejas, tatuaje de areolas, tricopigmentación, manicura, faciales y otros servicios. Todo es completamente gratuito. Muchas llegan esperando algún costo; se van sorprendidas y muy felices.
—¿Qué significa para usted encabezar este proyecto?
—A veces siento que todavía no dimensiono su impacto. Para mí, cada mujer que vuelve a mirarse al espejo y sonríe es el verdadero motor. Delineando Sonrisas no fue planeado: nació del amor de muchas mujeres y sigue creciendo gracias a ellas.

