LA CARTA

Sergio Pérezgrovas
Columnas
OVNIS

Si estamos solos en el Universo, seguro sería una terrible pérdida para el espacio.

Carl Sagan


Eduard Albert Meier, mejor conocido como Billy Meier, quien fue el fundador de la comunidad FIGU: Comunidad Libre de Intereses para las Ciencias Fronterizas, Espirituales y Estudios Ufológicos —que suena como la comunidad LGTB+ y quién sabe qué chingados significa—, nació en 1937 en Bülach, Suiza, y escribió más de 45 libros y un chingo de artículos sobre la espiritualidad y la autorreflexión.

Se cree que era agricultor o guardia de seguridad —las fuentes no están muy seguras. Estuvo en la Legión Extranjera francesa cuando era joven, pero se aburrió y regresó pronto a su tierra natal. Luego viajó por todo el mundo, conociendo 42 países en doce años. El 3 de agosto perdió su brazo izquierdo en un accidente de autobús en Turquía. En 1966 se casó con una griega, Kalliope, y tuvo tres hijos.

Para los setenta mostró evidencia de un material de metal presumiblemente extraterrestre. Ya en 1984 en algunas emisiones televisivas mexicanas enseñó una serie de fotos y videos con audio de ovnis posando en diferentes locaciones cerca de su casa.

Algunos científicos analizaron el material y no detectaron que fuera falso. Solo por mencionar un ejemplo: el audio de uno de ellos es realmente espectacular y un ingeniero experto en la materia no pudo demostrar que fuera trucado. Después de mucho análisis se llegó a la conclusión de que con el equipo que contaba Billy era imposible reproducir o falsificar las fotografías. Se dijo que eran efectos que podrían costar hasta un millón de dólares si fueran realizados por algún cineasta.

Él afirmaba que tuvo contacto regular por cinco años con una civilización extraterrestre a la que llamó Plejaren, que son habitantes de la Pléyades y lo instruyeron sobre diferentes temas, sobre todo en la parte espiritual (si pueden echarle un vistazo a las fotos y sobre todo al audio, hay algunas imágenes muy reales).

Siempre sostuvo que a lo largo de su vida tuvo contacto con ellos por más de 50 veces, o sea, un ser privilegiado.

Vivía en un lugar remoto, pues afirmaba que le habían disparado varias veces para acabar con su vida.

Aseguraba que vio bajar de un platillo volador a una bella mujer que, según le dijo, se llamaba Semjase, con la que a la sombra de un árbol platicó alrededor de una hora descifrándole partes del Universo y del conocimiento interior, donde no es “vivir y deja vivir”, sino “vive y ayuda a otros a vivir”.

Rechazó en sus libros y escritos todo extremismo de carácter ideológico, religioso o político, así como cualquier fundamentalismo, anarquismo, dogmatismo o fanatismo.

Lo curioso es que él, con todo lo escrito, se volvió un fanático de los ovnis y así vivió hasta su muerte.

Calabozo

Llegó a la comisaría un ser muy extraño preguntando por Tris. Decía que tenía información muy relevante y que el único que la podía recibir era Tristán, pues afirmaba que unos seres habían venido preguntando específicamente por el policía.

Su jefa lo atendió porque en ese momento el buen Tris se encontraba realizando una investigación. El sujeto dijo que esperaría lo que fuera necesario, pues realmente era muy importante lo que tenía que decir.

Pasaron varias horas hasta que finalmente Tris llegó con un tipejo esposado; era un pederasta; solo que como lo encontró junto a mucha gente en el mercado de Mixcoac tuvo que esposarlo y traerlo a la demarcación. Su jefa le platicó de aquel hombre con gabardina negra que lo esperaba en una vieja silla. Finalmente, Tris se paró frente a él y preguntó:

—Pa’ qué soy bueno. Me dice mi jefa que lleva muchas horas esperándome. Dígame, ¿qué se le ofrece?

—Vengo a entregar un sobre que me dio una mujer que bajó de una navecilla por el monte de Topilejo; ella fue muy específica; dijo que solo a usted le podía entregar el sobre.

Dicho lo anterior sacó de entre la gabardina una envoltura de color metálico y se la entregó al policía. Después desapareció sin que Tris lo notara. Estaba inquieto por aquel sobre metálico; lo abrió; dentro había una nota dirigida a él: “Tris, en la calle de Providencia 1043, en la Colonia del Valle, hay una mujer que tiene encerrado a un hombre; este lleva ahí más de 30 años; tú eres el único que lo puede ayudar”.

Tris salió de su oficina. Por no dejar, fue a la susodicha dirección. Y, efectivamente, ahí vivía una mujer. Él irrumpió y encontró un calabozo en la parte de atrás de la casa, donde se encontraba un hombre esposado, sin bañar, con las barbas y el cabello todo desalineado. (Continuará)