LA CASA DE LADRILLOS CHINOS

“La deflación que ahora infecta a China tardará en revertirse”.

Juan Pablo Delgado
Columnas
CHINA

A finales de agosto hubo un ligero alboroto entre los círculos internacionalistas por la reunión anual de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). El revuelo fue porque por primera vez en poco más de una década el grupo abría sus puertas a nuevos integrantes.

Para algunos esto representa un clavo más en el ataúd del orden mundial liderado por Occidente. Pero no seamos ridículos. En primer lugar, la convocatoria de los BRICS fue patética: se inscribieron una colección de Estados menores que incluye a chusma como Egipto, Etiopía e Irán, socialismos arruinados como Argentina y autocracias sanguinarias como Arabia Saudita. Bastante lamentable…

Pero su pésimo reclutamiento no es la mayor bronca de los BRICS. Su mayor problema se llama China: el país que domina completamente al grupo y cuyo PIB supera al del resto de los miembros juntos.

Tomando en cuenta esta preponderancia —y haciendo alusión al lenguaje de la mafia— sería una verdadera desgracia si algo malo le pasara a la economía líder de este heterogéneo y heterodoxo grupo. Porque, claro, cualquier descalabro impactaría enormemente al resto de los integrantes.

¿Pues qué creen, estimados lectores? Esto es precisamente lo que está ocurriendo. ¿De qué tamaño es la magnitud del despapaye chino? Vámonos por partes.

Primero debemos recordar que durante la pandemia de SARS-CoV-2 China fue el país que tuvo la estrategia de contención más severa, con la infame política de “cero-Covid”. Durante meses comercios, escuelas e incluso ciudades y provincias enteras fueron cerrados; muchas veces obligando a los habitantes a permanecer confinados en sus hogares durante semanas.

Cuando a finales de 2022 terminó esta pesadilla todos esperaban un rebote triunfal de la economía china. En realidad, lo contrario ha sucedido: hoy China se encuentra ahogada en deuda (el triple de su PIB), con una inminente crisis inmobiliaria, una contracción de su población en edad de trabajar y un desempleo masivo entre los jóvenes (21.3%). A esto sumen una deflación causada por números mediocres en el consumo privado, la inversión y las exportaciones.

Trampa

¡Pero alto, que hay más! Porque a diferencia de una crisis económica en cualquier economía liberalizada, la deflación que ahora infecta a China tardará mucho más en revertirse. ¿La razón? Una profunda desconfianza hacia la errática política económica del “querido líder” Xi Jinping.

Como indica el académico y economista Adam S. Posen en Foreign Affairs, China parece haber caído en la trampa en que eventualmente terminan todos los países autoritarios.

De acuerdo con Posen el desarrollo económico en los regímenes autoritarios tiende a seguir un “patrón predecible”. Primero hay un periodo de crecimiento en el cual el régimen permite que prosperen las empresas (apoyadas con dinero público), siempre que no interfieran en la política. Pero una vez que el régimen tiene el apoyo de la sociedad comienza a intervenir en la economía de manera cada vez más arbitraria. “Con el tiempo, ante la incertidumbre y el miedo, los hogares y las pequeñas empresas empiezan a preferir los ahorros en efectivo a las inversiones ilíquidas; como resultado, el crecimiento disminuye de manera persistente”, apunta.

En pocas palabras: cuando un régimen no es predecible, la desconfianza reina. Y ante esta incertidumbre la gente prefiere ahorrar y proteger su dinero a gastarlo o invertirlo, pues en cualquier momento el Gran Líder puede cerrar la economía, encerrar a la gente en sus casas por meses o expropiar una empresa. Ahora que Xi ha roto la confianza con su población, recuperarla no es algo que simplemente pueda desearse o imponerse.

Así que les deseo mucha suerte a los BRICS. Sus reuniones podrán ser muy bonitos ejercicios para construir palacios y fortalezas en las nubes, pero al final estarán haciendo estas obras con endebles ladrillos chinos.