EN LA CIUDAD DE LA FURIA

“Muchas de sus propuestas han sido señaladas como suicidas”.

Lucy Bravo
Columnas
MILEI ARGENTINA

El triunfo electoral de Javier Milei en las elecciones presidenciales de Argentina habla de una nueva época en la que hay que pensar la política con otras claves. Una en la que ya no podemos hablar de un cataclismo político cada vez que un populista llega al poder, porque eso desafortunadamente se ha vuelto la norma. El que un fenómeno político mediático y sobre todo de redes sociales haya triunfado en una sociedad como la argentina, derrotando además por paliza a uno de los aparatos partidistas más grandes del mundo, como lo es el peronismo, ya no nos puede sorprender. Al contrario, solo nos señala cuál es la clave en la caja de herramientas políticas del siglo XXI: la furia.

El mundo de la motosierra, de la exaltación y de la política a golpe de tik toks que llevó a Milei a la victoria nos dice mucho del momento que estamos viviendo en las democracias actuales. Los periódicos, la televisión, las redes sociales y en buena medida la sociedad en general, han sucumbido a lo que el politólogo Brian Klaas llama la “banalidad de la locura”.

Precisamente porque vivimos en una era en la que a diario recibimos, como mecanismo de relojería, una dosis constante de estridencia, las propuestas políticas más extremas tienden a ser minimizadas por el electorado.

El hecho de que un personaje con una melena salvaje, con cinco mastines clonados y una supuesta conexión síquica con su difunta mascota, sea el próximo presidente de Argentina ha desatado mucha discusión sobre la verdadera naturaleza del populismo de derecha en la era del descontento.

Milei encarna perfectamente el desencanto, el desánimo y el hartazgo con la clase política. Propone cosas disruptivas, por decir lo menos, pero que conectan perfectamente con esa necesidad de la sociedad de creer que pueden cambiar todo de un plumazo.

Oscilaciones ideológicas

Según los primeros análisis los votos de Milei salieron principalmente de las clases medias y bajas, en especial de los jóvenes; es decir, los más golpeados por la crisis económica de un país con una inflación de más de 140% y en el que 40% de la población vive en la pobreza, por lo que no puede sorprender que Milei es el instrumento que la sociedad argentina ha elegido para romper con el statu quo y dinamitar el tablero.

Pero aún está por verse si resulta eficaz para reconstruir las piezas de una economía potente y vigorosa; y si logra, como él dice, dolarizar la economía, acabar con el banco central y cumplir con sus promesas de campaña, ya que su partido Libertad Avanza tiene una escasa representación en el Parlamento.

Además, muchas de sus propuestas, como el romper relaciones con sus dos principales socios comerciales, Brasil y China, por “comunistas”, han sido señaladas como suicidas para una economía ya de por sí devastada.

La realidad es que sin importar cuál sea el resultado del experimento argentino lo que estamos viviendo es una espiral de polarización entre extremos populistas. La pregunta ahora es qué tan estables serán las democracias para resistir las oscilaciones ideológicas cada vez más salvajes del péndulo político.