LA LIBERTAD DE VUELTA

“Al liberalismo le toca garantizar entornos fecundos para el desarrollo individual”.

Libertad

En estos días el Centro Ricardo B. Salinas Pliego y la revista Letras Libres celebran un evento intelectual de talla mundial en la Universidad de la Libertad (UL) y en El Colegio Nacional: el encuentro La Libertad de Vuelta —homenaje a La experiencia de la Libertad que tuvo lugar en la Ciudad de México hace 35 años— se ocupa de los grandes temas de nuestro tiempo y las amenazas que se ciernen sobre la libertad en todas sus manifestaciones.

Vale la pena que los lectores de esta revista le echen un ojo a los videos de las discusiones en YouTube.

No tengo espacio para ocuparme de todo, pero me llamó la atención particularmente la discusión entre Ian Buruma, Mark Lilla, Ivan Krastev y Leon Wieseltier sobre las responsabilidades y adeudos del liberalismo contemporáneo. Los primeros tres sostenían que una de las causas de la crisis del liberalismo es su incapacidad de ofrecer soluciones al vacío existencial y espiritual de la gente. Leon Wieseltier, por su lado, afirmó valientemente que esa función nunca le ha correspondido al liberalismo.

Al liberalismo le toca garantizar entornos fecundos para el desarrollo individual, no imponer un sistema de creencias que abarque todos los aspectos de la vida humana, según la valoración de Wieseltier.

Mientras exista un Estado laico que no solo permita sino incluso fomente la diversidad religiosa la convivencia humana se mantendrá en márgenes políticos manejables. Si el liberalismo empieza a buscar una oferta de redención espiritual homogénea para todos sus ciudadanos corremos el riesgo de abandonar el liberalismo y transitar al totalitarismo.

Krastev y Lilla, sobre todo, advirtieron que si bien es verdad que es lo deseable, las fuerzas antiliberales de la izquierda y la derecha contemporáneas han identificado con claridad esa “debilidad” del liberalismo para socavarlo con propuestas identitarias.

Esperanza

Y, sin embargo, Wieseltier no cedió. Dijo que él toda su vida ha practicado una intensa actividad espiritual en el marco de las libertades propias de Estados Unidos y desea que así siga siendo. La respuesta de Krastev fue que en la Unión Europea la falta de atención a ciertos vacíos existenciales (tasas de natalidad bajas, desaparición de la infancia, migración masiva de ciertos profesionistas) han provocado que se vea al liberalismo como el causante de la epidemia de soledad contemporánea.

Wieseltier se sostuvo e insistió en que no es responsabilidad del liberalismo ni de los liberales responder a estos cuestionamientos sino garantizar un entorno favorable al florecimiento de todo tipo de propuestas existenciales. Y, sin embargo, es verdad que el trumpismo tiene mucho de secta religiosa. Ignorar las inquietudes espirituales de la población puede ser una intención noble del liberalismo, pero también podría convertirse en la causa de su caída final.

Desde luego, la mesa no alcanzó una conclusión definitiva, pero en términos concretos el político liberal sí tendría que reflexionar sobre cómo lidiar con este problema en la vida práctica. De ello depende la esperanza de que alguna vez resurja un sistema internacional y doméstico liberal.

Ojalá que el Centro Ricardo B. Salinas Pliego organice más eventos como este. En esa discusión de ideas tan diversas encontraremos (o no) una salida a la crisis del liberalismo en nuestro tiempo.

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